Dominós de piedra y botes convertidos en bolos le ganan el pulso a las pantallas

Materiales reciclados sirven a los más pequeños para dar forma a juegos de toda la vida en un taller veraniego en Harinera Zaragoza.

Varios pequeños jugaban este martes a los bolos que fabricaron ellos mismos
Varios pequeños jugaban este martes a los bolos que fabricaron ellos mismos
Recreando Estudio Creativo).

Allá donde hay niños en verano, el juego no suele escasear. Sin embargo, no es habitual que los objetos con los que los pequeños se van a divertir sean construidos antes con sus propias manos. Más aún si se trata de juegos tradicionales y fabricados con materiales recuperados.

En eso precisamente consiste ‘Juegolos’, que durante el mes de julio está ocupando las mañanas de los martes de unos cuantos niños de entre 5 y 11 años que acuden a la Harinera de San José. Estos talleres se han puesto en marcha por primera vez de la mano de Recreando Estudio Creativo: “Se habían llevado a cabo talleres de construcción o de reciclaje creativo, pero no específicamente de elaboración de juegos”, explica la diseñadora Eva Yubero.

Ligando reciclaje, sostenibilidad y creatividad, “la época vacacional nos parecía la mejor para trabajar con los pequeños en esta línea”, recalcan desde el estudio zaragozano. Además de presentarse como una alternativa a las pantallas o ‘tablets’, “es bonito recordar esos juegos a los que padres y abuelos han jugado y que quizá los niños no hayan practicado, pero que pueden hacer con cosas que tienen en casa, comprobando las posibilidades de los materiales de desecho y su lado lúdico”, ahonda Yubero.

Los participantes de ‘Juegolos’ ya han convertido piedras de río, pintura mediante, en piezas de dominó. Han reproducido figuras sobre trozos de cartón para dar forma a su peculiar ‘memory’, y han transformado botes para guardar pelotas de tenis en originales bolos con ojos, bocas y dientes. El próximo martes 25, en la última sesión y durante dos horas, se pondrán manos a la obra para elaborar una mesa laberinto, similar a un ‘pinball’ analógico.

Hasta el centro situado en la avenida de San José acuden pequeños del barrio zaragozano, pero también de otros puntos de la ciudad. Los talleres tienen un precio simbólico de tres euros y se dividen en varias partes: en la primera, toman pegamentos, pinturas de dedo y rotuladores para construir el juego que después se llevan a sus casas; en la segunda, todos colaboran dando forma a otro que se queda en Harinera para que lo utilice quien quiera; y finalmente, se divierten jugando. “Hacer algo para los demás, buscando el retorno hacia la comunidad y el barrio es también importante”, subrayan las organizadoras.

Su intención pasa por continuar con el desempeño de talleres de esta naturaleza en el equipamiento cultural, abriendo incluso sus puertas a otro público. “Contemplamos la posibilidad de que no solo vengan niños, también padres y madres, abuelos y abuelas, para llevar a cabo un trabajo conjunto de construcción y juego”, señala Eva. Al final, se trata de mostrar que existen otras alternativas de juego “despertando la curiosidad, trabajando en equipo, potenciando la reutilización y las posibilidades creativas”, concluyen.

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