A mejorar El Rabal taladro, pincel y alicate en mano

Los vecinos se ponen manos a la obra: si faltan espacios para jugar, los reivindican y construyen juegos, o si detectan colillas, fabrican ceniceros y los sueltan en el barrio.

Hacedores de El Rabal
Hacedores de El Rabal
El Ganchillo Social

Para convertirse en un buen hacedor del Rabal no hace falta ser vecino de alguno de los barrios del distrito zaragozano, pero sí hay que cumplir unos cuantos requisitos. No de edad, pues pueden serlo desde los más pequeños –a partir de seis años- hasta los mayores. Entre sus cualidades: estar concienciado con el medio ambiente y las relaciones vecinales, mostrar predisposición a trabajar en equipo, a reutilizar y aprender, así como tener cierto espíritu crítico.

¿Qué nos hace falta en el barrio?, ¿qué me gustaría cambiar en él?, ¿faltan espacios de convivencia?, ¿hay problemas vecinales? Estas son algunas de las preguntas que responden quienes no tienen reparo en mancharse las manos ni en usar taladros, alicates, pinceles o martillos.

Lo hacen en una serie de talleres de construcción colectiva en los que los participantes se reúnen para diseñar y fabricar objetos y equipamientos con los que mejorar los propios barrios a partir de material reutilizado, y que tienen lugar en La Remolacha Hacklab, espacio creativo y laboratorio hacker ubicado en la Azucarera. Trabajan con basura y elementos que se van a tirar como piezas de bicicletas, botellas, maderas, plásticos, desechos, muebles, palés o tapes.

“Reivindicamos el poder diagnosticar nosotros mismos qué problemas o necesidades tenemos y solucionarlos construyendo cosas”, explica Noelia Bribián, responsable del programa ‘Hacedores del Rabal’. Por ejemplo, “si faltan espacios para jugar, los reclamaremos al Ayuntamiento, pero también construiremos juegos; si hay mucha basura, actuaremos para concienciar al vecindario sobre cómo usar bien el lugar público”, ahonda quien también defiende estos espacios como puntos en los que relacionarse, sentarse, conversar y estar “como se hacía antes”. Hasta el momento, los ruidos, la presencia de colillas, basura o excrementos han centrado las cuestiones controvertidas identificadas por los hacedores.

Esta iniciativa, que se puso en marcha hace aproximadamente tres meses y que ya acumula seis talleres en su haber, forma parte del proyecto ‘El Ganchillo Social’, que Bribián presentó a la convocatoria del Programa MIE (Mediación–Innovación–Emprendimiento) desarrollado por Zaragoza Activa y la Universidad de Zaragoza. Esta trabajadora social, especializada en participación y desarrollo comunitario, comenzó a investigar así sobre el distrito del Rabal en una primera fase de estudio y conocimiento, para después trabajar con los grupos activos del barrio y ayudarles en el desarrollo de sus ideas e iniciativas. “‘Hacedores del Rabal’ resulta de la mezcla entre El Ganchillo Social y Zaragoza Activa, con el objetivo de hacer que el barrio se apropie del espacio de la Azucarera y lo use”, subraya Noelia.

Un balancín, papeleras, taburetes…

Diferentes juegos de pared para el colegio Cándido Domingo como un tablero con ruedas conectadas que generan diferentes ruidos, canastas o tres en raya; un balancín elaborado con un neumático de coche y palés que se colocó en la explanada de la Estación del Norte; o una rueda de la fortuna llevada al parque Tío Jorge son algunas de las creaciones colectivas que se han desarrollado hasta el momento.

También han fabricado taburetes y macetohuertos, y han repartido flores por el barrio, cajas de cartón y madera con diferentes frases, decoración para los árboles y papeleras. “Los dejamos en diferentes lugares, arriesgándonos a que alguien se los lleve, pero reivindicando a la vez el respeto del espacio público”, defiende la zaragozana.

El próximo miércoles 28 tendrá lugar el que será probablemente el último taller de hacedores hasta el fin del verano: “Iremos a La Remolacha a construir dispositivos de intervención que cobrarán forma de ceniceros hechos con botellas para colgar en los árboles, carteles que recuerden la recogida de excrementos o bebederos para perros en las fuentes… Luego saldremos a la calle a colocarlos”. Con ellos, entre sus objetivos también están el sacarle una sonrisa a los vecinos y hacer un guiño al lugar “para que se más amable”.

Una media de 20 personas suele acudir a las sesiones de ‘Hacedores del Rabal’, en las que durante tres horas se realiza una reflexión dinámica sobre el entorno y los participantes comienzan a trastear y a ensuciarse las manos para decidir, al final, qué hacen con lo que han producido, en qué lugar del distrito lo sueltan o instalan. En la parte más técnica, los talleres se llevan a cabo de la mano de colectivos que trabajan con materiales reutilizados como Madlab Zaragoza. Igualmente, “tenemos proyectos pensados con otros como Recreando Estudio o Basurama”, anuncia Noelia.

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