El bar La Gasca echa la persiana para siempre

El establecimiento zaragozano, fundado en 1943 por León Gasca y su esposa Teófila, cierra para siempre sus puertas el 30 de junio tras 74 años de actividad junto a la plaza de Salamero.

Javier Gasca lleva toda una vida dedicada al bar que fundaron sus abuelos, León y Teófila, en 1943, y que después regentaron Ernesto y María Pilar, sus padres. Con ellos trabajó y después tomó el relevo hasta hoy. Ahora, rozando los 67, se jubila y pone fin al negocio familiar abierto en la calle de la Morería, 2 -junto a la plaza de Salamero- el 5 de febrero de 1943.

León Gasca y su esposa Teófila inauguraron el bar La Gasca hace 74 años en un local que entonces alquilaron por la nada desdeñable cantidad de 218 pesetas mensuales. Sin embargo, el negocio fue un éxito desde el primer momento y a los pocos meses de su apertura, en agosto de 1943, adquirieron el local por 65.000 pesetas a los herederos de Basilio Paraíso, además de un piso por 13.000. Con el tiempo, la familia Gasca se hizo con la propiedad de todo el edificio.

León y Teófila provenían del municipio zaragozano de Encinacorba, y en su bar popularizaron la pajarilla (vino blanco) y el moscatel, típicos de esa localidad. Una de las especialidades que más fama les dio fueron los berberechos, cuya ración doble comenzaron vendiendo a 1 peseta.

Los fundadores del bar La Gasca tuvieron cuatro hijos: Daniel, Pilar, Ernesto y Luis. Ernesto tomó el relevo y estuvo siempre a cargo del bar junto a su esposa María Pilar y su hijo Javier, quien ha mantenido el negocio hasta ahora.

Javier Gasca

“Nací en esta casa y desde pequeñito he estado por aquí”, relata con nostalgia Javier Gasca. “Mi padre estuvo aquí hasta el final. Murió con las botas puestas, como se suele decir. Después de que muriera mi madre, mantuvimos el negocio los dos juntos. Pero esta última etapa es diferente porque estoy solo, hago muchas horas y últimamente ya me canso mucho”.

La clientela ha variado mucho a lo largo de los años, aunque todavía queda algún parroquiano que lleva acudiendo fielmente al local desde su primera etapa. “Actualmente tengo una buena clientela, sobre todo los fines de semana. Vienen muchos universitarios, gente joven que -al igual que otros asiduos del bar- ha sentido mucho que La Gasca desaparezca”, añade.

La Gasca

El adiós del bar La Gasca supone la desaparición de uno de los establecimientos con más solera de los que quedaban en el entorno de la plaza de Salamero. En la última etapa, Javier Gasca había introducido algunas especialidades acordes a los gustos de los clientes: un amplio catálogo de ginebras y cervezas, junto a otras que nunca han dejado de servirse: cañas y vasos de medio litro de cerveza a precios competitivos y, de tapeo, las salmueras y los berberechos de siempre.

“Me da muchísima pena, me quedan pocos días y no me creo que vaya a jubilar”, confiesa. “Cuando estaba el teatro Fleta por aquí pasaban muchos artistas... y también pintores, escultores y músicos de la tierra como Ángel Maturén, Iñaki, Ángel Orensanz, el hijo de Luis Buñuel o José Antonio Labordeta, entre otros”

La Gasca

En sus paredes cuelgan recortes de prensa que hablan del bar junto a recuerdos de algunos de aquellos clientes, como las dedicatorias de Iñaki y Ángel Orensanz. Tambien son visibles los mensajes de agradecimiento de los asiduos a La Gasca durante su última etapa.

El local y el edificio en el que se ubica el establecimiento será vendido tras el cierre definitivo que tendrá lugar el próximo 30 de junio. Será un día especial, y Javier Gasca se siente agradecido por la confianza y el cariño que sus clientes le han dado durante todo este tiempo. Se cierra una página de la historia de la ciudad y sus gentes mientras un nuevo capítulo comienza en la vida de Javier. A partir de ahora, entre sus planes está “concluir la carrera de Derecho que inicié y aprender ruso y japonés”.

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