El caudal del Ebro en Zaragoza, en niveles mínimos por la sequía

El caudal registrado en lo que va de junio es de 64,9 metros cúbicos por segundo, por debajo de los niveles medios para este mes en los últimos 20 años (116,4 m3/s).

El caudal del Ebro en Zaragoza, por debajo del nivel preventivo
El caudal del Ebro en Zaragoza, por debajo del nivel preventivo
Juan José Cervero Soler

La falta de lluvias en casi toda la cuenca del Ebro, a excepción de los ríos Aragón, Cinca, Ésera y Nogueras, afecta de manera significativa al caudal del río Ebro y sus afluentes de la margen derecha. Como consecuencia, los cauces se secan y tampoco hay aportaciones en los embalses.

No llueve en la cabecera del Ebro, la Ibérica riojana ni en las cuencas de la margen derecha, un déficit pluviométrico que viene arrastrándose en algunas de estas zonas desde finales del pasado año hidrológico -septiembre de 2016- y que también afecta a las reservas en los embalses.

Según datos de la CHE, se han registrado hasta un 50% menos de lluvias de la media de los últimos 15 años en la cuenca de los ríos Huerva y Martín, en la margen derecha aragonesa; un 40% menos de lluvia en la cuenca del Iregua, en La Rioja; un 35% menos de lluvia en el Jalón, en la margen derecha entre Soria y Zaragoza; y un 30% menos en la cuenca del Najerilla, en La Rioja y en la cabecera del Ebro.

En la capital aragonesa, el caudal registrado en el Ebro en lo que va de junio es de 64,9 metros cúbicos por segundo, un valor por debajo de los niveles medios para este mes en los últimos 20 años (116,4 m3/s). Este pasado martes, el nivel del caudal era de 27,79 m³/s, una cifra inferior al nivel preventivo establecido (30 m³/s durante todo el año hidrológico).

El actual Plan Hidrológico de la Demarcación del Ebro recoge la distribución temporal de caudales ecológicos del Ebro en Zaragoza en condiciones ordinarias a lo largo del año hidrológico (de octubre a septiembre), cuyo nivel es variable entre los 11,37 metros cúbicos para el mes de julio y los 35 en los meses de diciembre, enero y febrero.

Además, existe un caudal denominado preventivo cuyo nivel es siempre de 30 metros cúbicos por segundo, que es el que se intentan mantener para favorecer la dilución de vertidos. Aunque en ocasiones puede estar por debajo de estos valores, lo cual no significa un incumplimiento de la normativa, siempre que la disminución sea un hecho puntual.

No obstante, la imagen de la sequía se hace patente en el cauce de ríos como el Huerva, el Jalón -a su paso por Calatorao- o el Ebro, en la capital aragonesa, cuyas escasas aguas fluyen entre macrófitos e islotes de grava a su paso por la ciudad.

"Mala planificación hidrológica"

“Estamos en un un área de clima mediterráneo, donde la sequía estival es consustancial. A ello hay que añadir los efectos provocados por el cambio climático, que acentúa los periodos de sequía, haciéndolos más agudos y prolongados así como las consecuencias de realizar una extracción excesiva de agua, tanto de ríos como de pozos, con continuada expansión de los regadíos y detracciones en centrales hidroeléctricas que dejan tramos enteros secos”, explica José Antonio Domínguez , portavoz en Aragón de la ONG Amigos de la Tierra.

Domínguez también añade a los motivos que agravan esta situación “la mala planificación hidrológica, sin respetar caudales ecológicos que tienen como consecuencia una escasa o nula circulación de agua en superficie, con ríos secos y descenso de los niveles freáticos”.

Las afecciones también son graves para flora y la fauna de la cuenca: “La vegetación de ribera muere porque las raíces no alcanzan el nivel freático. La fauna acuática también perece o sufre mermas. Por ejemplo las náyades, a las que hay que abrirles pasos de agua en el Ebro para que sus poblaciones no mueran”.

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