Una agresión sexual cometida en el albergue municipal genera quejas sobre su seguridad

El sindicato CSIF propone que se revisen las medidas y se aplique de forma rigurosa el reglamento interno del centro.

Una agresión sexual cometida en el albergue municipal a principios de este mes y de la que fue víctima una usuaria, así como una tentativa sufrida por una trabajadora hace varias semanas han sido los detonantes que han llevado CSIF a denunciar las carencias de seguridad del centro y a exigir medidas que garanticen la protección de los usuarios y de la plantilla.

La organización no tiene quejas del trabajo de la Policía Local, que es la encargada de vigilar el recinto las 24 horas los 365 días del año, sino del reglamento que rige las normas de comportamiento de los usuarios. "Con los policías estamos contentos, ya que sus intervenciones evitan muchos conflictos. Lo que queremos es que se revisen o rediseñen las medidas de seguridad, una aplicación rigurosa del reglamento interno y una unificación y posterior aplicación de criterios sancionadores por parte del personal", explicó ayer Carlos Torralba, delegado de CSIF en el Ayuntamiento de Zaragoza.

El sindicalista señaló que el reglamento que rige para las piscinas es más duro que el que hay en el albergue. "A un usuario de una instalación deportiva que comete una falta grave se le puede prohibir la entrada. En el albergue, lo único que se detalla es que se deben cumplir las normas", ilustró. Por eso, cree que habría que especificar los casos de personas que no deberían admitirse, como en el supuesto de agresores sexuales. "Si la Policía detecta que tienen antecedentes de este tipo cuando registran sus datos, debería impedírseles la entrada", afirmó.

Según los datos de CSIF, durante 2016 se levantaron 10 actas por intervención de drogas o armas, se interpusieron 24 denuncias administrativas por distintas infracciones, hubo 19 infracciones penales (amenazas de muerte, atentados contra la autoridad o agresiones) y se abrieron once informes.

Torralba destacó que todo esto está convirtiendo el albergue en un centro que sistemáticamente es rechazado cuando es ofrecido como destino laboral para cubrir bajas, vacaciones o vacantes, especialmente por trabajadores sociales o técnicos auxiliares. La cronificación y el perfil de los usuarios y una "cierta indolencia" por parte de la dirección del centro llevan a CSIF a pedir una "reflexión" a los responsables municipales sobre este servicio.

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