La corrida concurso vuelve a decepcionar

Por segundo año consecutivo, el premio al toro más bravo quedó desierto.

Alberto Álvarez, en la faena de muleta
Alberto Álvarez, en la faena de muleta
A. Navarro

Allá donde esté, Florentino Ballesteros negará con la cabeza pensando en el transcurso de una corrida concurso en la que, por segundo año consecutivo, el premio al toro más bravo quedó desierto. Un minuto de silencio para conmemorar el centenario de la muerte del torero zaragozano alumbró una nueva temporada en la Misericordia, que apenas registró un tercio de entrada. Tan discreta la respuesta del público como el espectáculo ofrecido sobre la arena.

Ninguna de las seis ganaderías anunciadas presentó un ejemplar digno de elogio en los tres tercios, y los lidiadores, en líneas generales, exhibieron más carencias que virtudes. De ahí que tampoco obtuvieran reconocimiento en forma de trofeo.

El mejor lote fue para Román, que toreó bien de capote a su primero -tercero de la tarde- para después ahogarlo en la muleta con una faena que, al contrario que su oponente, fue de más a menos. Elegantes doblones iniciales; un par de tandas al natural; y, cuando bajó de verdad la mano, el de Alcurrucén perdió las suyas. Por arriba, los cabezazos en el remate deslucieron la embestida.

Ya en su segunda oportunidad, anduvo precipitado y nunca dio con la tecla del manejable cárdeno de Ana Romero que le tocó en suerte. Con más serenidad y claridad de ideas, bien hubiese podido cortar, al menos, una oreja del animal que propició que Pedro Iturralde recibiese el premio al mejor picador. Tres puyazos bien dados en los terrenos que corresponden -en la misma contraquerencia y no entre los tendidos tres y cuatro, donde se colocaron sus compañeros- le valieron para alzarse como único triunfador del festejo.

Antes, Rafaelillo había topado con dos animales que no dieron opción alguna. El primero, un regordío de Partido Resina que acudió seis veces al caballo más por aburrimiento que por bravura; el otro, brindado a Eduardo Hinojosa (padre del fallecido niño Adrián), un Ventorrillo que le complicó la labor por alto y parado.

Aunque para peligroso, el Flor de Jara que hizo de quinto. Su forma de humillar en el primer tercio, cuando repelió repetidas veces el caballo, fue un espejismo. En la muleta de Alberto Álvarez se revolvió como una alimaña -llegando a propinarle un puntazo en el muslo- y nunca tuvo fijeza. Así, el aragonés puso todo su empeño en rescatar agua de un pozo seco y traicionero.

Con ‘Ermitaño’, el que hizo de segundo y brindó al ganadero, Fernando Cuadri, hilvanó bellas tandas de verónicas de mano alta. A la postre, esos lances iban a ser lo más destacado de su actuación, puesto que con la franela tampoco tuvo opción. El aragonés se midió con lo peor del encierro.

Premios

Toro más bravo: desierto

Mejor lidiador: desierto

Mejor picador: Pedro Iturralde

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión