Ya es Semana Santa en La Cordonería

La zaragozana Pamen Tafalla se dedica desde hace 8 años a la elaboración manual de cordones para cofrades, como en el XIX.

Pamen Tafalla, responsable de La Cordonería, posa en el interior de su local.
Pamen Tafalla, responsable de La Cordonería, posa en el interior de su local.
Marcos Martínez

Sus habilidosas manos permanecen en el anonimato, pero es muy probable que, sin ellas, la Semana Santa de Zaragoza perdiese buena parte de la tradición que a tantos pone los pelos de punta. Pamen Tafalla, zaragozana de 62 años, es la única de la ciudad "y de las pocas de España" dedicada a la elaboración artesanal de los cíngulos y cordones de medalla que los cofrades portan en las procesiones.

"La Cordonería existe desde finales del siglo XIX y yo la adquirí hace 8 años, porque sus herederas se jubilaban e iban a cerrarla", explica. En cuanto se enteró de la noticia, no dudó en comprar el negocio.

"¿Cómo se iba a quedar Zaragoza sin sus cordones y sin uno de sus espacios históricos?", reflexiona, y recuerda que fueron las antiguas propietarias las que confeccionaron el cordón de medalla que llevó el papa Juan Pablo II durante su visita a la capital aragonesa en octubre de 1984.

Desde que se hizo con el negocio, para Tafalla la Semana Santa comienza a mediados de diciembre, cuando le llegan los primeros encargos de cofradías de Zaragoza -como Jesús Camino del Calvario, Las Siete Palabras, La Eucaristía o El Santo Sepulcro-, de Huesca y Teruel, así como de otras comunidades, entre las que destacan La Rioja, Andalucía Galicia.

"Es un trabajo bastante sacrificado y laborioso; para hacer un cordón, se devana el ovillo de lana o de seda y se pasa a un rulo que será colocado en una máquina especializada de 1880 que junta, entrelaza y tensa muchos hilos al mismo tiempo", detalla. Cuando finaliza esta primera parte del proceso, cose los dos extremos del cordón para que no se desenrede y procede a realizar con él un cíngulo.

"Para llevarlo a cabo coso a uno de los extremos el fleco y cubro la zona de unión entre este y el cordón con una cabeza de lana que preparo aparte para que el resultado sea el mejor posible", explica, al tiempo que cifra en una hora el tiempo que le cuesta producir cada pieza, aunque advierte de que ha llegado a tardar dos y de que, además, necesita la ayuda de una segunda persona.

 
Sigue, paso a paso, el proceso de elaboración tradicional. "Los hago como se hacían hace dos siglos gracias a que las dos mujeres que dirigían el negocio me lo enseñaron todo sobre los cordones durante las semanas siguientes a la compra del local", dice, y resalta la buena aceptación que sus productos tienen en el mercado.

"Todos los años elaboro cientos y cientos de estos cordones, ya que cada cofradía me encarga una media de 50 por temporada en un intento por recibir un trato más especializado", apostilla. "Aquí -continúa- viene alguien y te dice: 'Prepárame un cíngulo que mida 3 metros y otros 2 de metro y medio', y no hay problema, pero si esa persona fuese a una fábrica le exigirían una cantidad mínima para cada medida".

En estos momentos, asegura que la carga de trabajo que afronta a diario es "enorme", pero confiesa que el orgullo que siente al ver su trabajo durante las procesiones supera con creces a una temporada de esfuerzo y dedicación. "Me emociono mucho, de verdad que hace mucha ilusión", afirma sonriente.

Tafalla también elabora cordones artesanales para comuniones y para vestidos de novia. Además, anuncia que cuenta con todo tipo de pasamanería de estilo eclesiástico para cofradías que, aunque antiguamente se hacían a mano en este local, ahora encarga a las fábricas debido a la falta de tiempo del que dispone.

La Cordonería -ubicada en la zaragozana calle de Doctor Casas, número 15- también está consagrada al diseño de interiores. "Aquí la gente puede encontrar todo lo relacionado con elementos de decoración y con asistencia para reformas de pisos y locales", concluye.

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