Veinte 'agentes' con licencia para acallar rumores en Zaragoza

Han sido formados para contradecir falsas ideas con argumentos y datos ciertos

Tienen licencia para desmontar estereotipos sobre la población inmigrante. Una veintena de personas, bautizadas como 'agentes antirrumores', trabajan ya para combatir el racismo en Zaragoza. Lo hacen utilizando "argumentos y datos ciertos" con base científica. El proyecto ha comenzado en Las Delicias, donde la población extranjera alcanza las 25.093 personas, y en 2017 continuará en San José, Las Fuentes y Oliver


Pueden formar parte de esta red cualquier persona mayor de edad que esté dispuesta a colaborar y difundir el 'discurso antirrumor' en diferentes ámbitos, si bien se ha hecho especial hincapié en la participación de funcionarios que preferentemente realizan su trabajo con atención directa al público en barrios donde hay una tasa alta de población inmigrante.


Pese a que Zaragoza ha sido y es una ciudad acogedora, la concejal de Derechos Sociales, Luisa Broto, ha admitido esta mañana que a veces "se ha intentado crear un ambiente no lo suficientemente objetivo" que ha generado falsas ideas. Esta, destacó, es una herramienta viva. No en vano, más de 40 personas han recibido ya formación práctica y teórica para convertirse en agente antirrumor.


Mercedes Nicolás, de la Casa de las Culturas, ha subrayado que esta iniciativa, promovida por la administración pública en colaboración con la fundación Federico Ozanam y SOS Racismo Aragón, es "comunitaria y participativa". Su eje son, precisamente, estos agentes. A su labor se unirá una campaña de sensibilización en buses urbanos, mupis y cabinas de teléfono. La intención es provocar "un impacto visual en la ciudadanía" y suscitar curiosidad en la población para buscar información sobre la veracidad de los distintos rumores.


Rosa, una de las agentes, se ha definido como una persona "contra el racismo". Estos comportamientos, ha afirmado, no se observan siempre a simple vista. Para Sergio, otro de ellos, son cuestiones estructurales y de contexto que están "en las cañerías" de la sociedad. Para desatascarlas se necesita un trabajo "día a día".

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