A los cacos les va la música

En los últimos meses se han llevado los instrumentos de varios músicos reconocidos de la ciudad.

Fotograma de la película 'El violín rojo'
A los cacos les va la música

Que te abran el coche y te roben el GPS o las gafas de sol que te habías dejado dentro conlleva, por supuesto, un enorme disgusto. Pero para disgusto el que se han llevado en los últimos meses varios músicos de Zaragoza a los que mediante ese mismo método les han robado no solo la herramienta de trabajo con la que se ganan la vida, sino el elemento por el que más apego llegan a profesar, tal y como explica el violinista zaragozano Jaime Lapeña.


A Jaime le gusta decir que ha "extraviado" su violín porque todavía tiene esperanzas de recuperarlo. Ha colgado carteles con su foto por la ciudad y está negociando una "recompensa" con varias personas que se han puesto en contacto con él en las últimas semanas.


La realidad es que a Jaime, tal y como le ocurrió meses antes al teclista Federico Artigas, le abrieron el coche y le robaron su instrumento. Los dos tenían el coche aparcado en el garaje de sus respectivas casas y los dos reconocen que pecaron de exceso de confianza y cometieron un error garrafal: dejar en el vehículo su instrumento de trabajo.


"Para un músico, que le roben el instrumento es lo siguiente más trágico después de la muerte y la enfermedad", comenta afligido Lapeña. Él tiene ahora 42 años y pasó mucho tiempo buscando "el violín perfecto" antes de encontrarlo. El día en que se lo robaron (o secuestraron, como le gusta decir a él) llevaban ya quince años de 'relación', de forma que el "valor sentimental" que tiene para él ese instrumento supera con creces al económico. Prefiere no dar pistas "a los cacos" sobre el modelo y el precio de mercado pero para intentar explicar lo que siente con su pérdida recurre al argumento de la película 'El violín rojo', un filme que narra la historia del 'violín perfecto'.




Como el 'Rojo Mendelssohn' de Stradivarius, el de Lapeña también era un violín marcado. El célebre instrumento que ahora toca Elizabeth Pitcairn tiene una característica franja roja de origen desconocido que lo distingue de todos los demás. El de Lapeña tiene "una rajita reparada en la tapa", tal y como indicaba el violinista en los carteles que colgó por la ciudad. "Estoy como de luto", insiste el músico.


En su caso, llegaba a casa de un ensayo y subió para acostar a sus hijas. Cuando volvió a bajar para descargar el coche ya le habían robado a él y a una vecina fotógrafa que también tenía cosas en el coche. Como en los últimos meses se han cometido otros robos similares a pianistas, gaiteros e incluso a orquestas enteras, Lapeña asegura que hay cierta preocupación en el sector por si hubiese "una serie de individuos que van detrás de los músicos".

¿Una banda que roba a bandas?

Desde la Policía Nacional confirman el asalto a varios coches aquel día en el garaje de Lapeña pero descartan la existencia de una banda de ladrones especializada en instrumentos musicales. Achacan estos sucesos a la simple casualidad: abren varios coches y se llevan lo que hay dentro sea un GPS, una cámara de fotos o un instrumento musical.


Sin embargo, el clima de preocupación entre los músicos de la ciudad existe y lo confirman desde la tienda de instrumentos Tempo da Música. Allí entraron a robar hace dos semanas y 'los cacos' se llevaron una guitarra eléctrica bajo la chaqueta en horario de apertura. "No sabemos por qué pero es verdad que últimamente la están tomando con los músicos, y es terrible porque es su herramienta de trabajo", comenta Luis Lasheras, responsable de la tienda.


Por su negocio, Lasheras "está puesto" en lo que se cuece en el mundillo y comenta que hace unos meses unos ladrones abrieron la furgoneta de la orquesta La Vendetta y se llevaron gran parte del material. Al teclista Federico Artigas le reventaron la puerta del coche dentro de su garaje y se le llevaron un teclado grande de 88 teclas valorado en casi 3.000 euros.


"Es verdad que abrieron más coches y se llevaron otras cosas pero en mi coche se encontraron un regalo", reconoce Artigas. Aunque él tiene 67 años y ya está jubilado, sigue componiendo y tocando y aquel teclado era su instrumento habitual de trabajo.


Artigas ya no confía en recuperarlo y por eso habla acerca del valor. Su instrumento también era especial porque tenía una tecla rota y pensó que podría reconocerlo por las fotos que se colgaban en páginas de compra venta. "Quemó las redes" durante algunas semanas y como no apareció tuvo que comprarse otro de segunda mano e inferior categoría. A él, en 67 años, nunca le habían robado el instrumento. "Si no son bandas especializadas están robando instrumentos que no saben lo que valen y pueden colocarlos en cualquier sitio. Pueden valer dos pesetas o un dineral", comenta preocupado.

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