"Un campo de refugiados aúna lo peor y lo mejor del ser humano"

Una cooperante zaragozana acaba de regresar de ayudar a los refugiados en la isla griega de Lesbos.

Susana Balet en un campo de refugiados de Lesvos
Susana Balet en un campo de refugiados de Lesvos

Susana Balet regresó hace dos semanas de la isla griega de Lesbos. El drama de los refugiados que llegan a Europa huyendo de la guerra conmovió a esta zaragozana y la llevó a desplazarse hasta allí para ayudar con sus propias manos. Acaba de regresar y este viernes compartió su experiencia en Zaragoza Activa como preludio de la Marcha Europea por los Derechos de los Refugiados que se celebra este sábado de forma simultánea en cuarenta ciudades españolas y multitud de capitales europeas.


Susana viajó a Lesbos dentro del proyecto RefuGEN, una iniciativa impulsada en noviembre por la Red Global de Ecoaldeas (GEN por sus siglas en inglés). Ante el impacto mediático que causó la oleada de refugiados acaecida entre mediados y finales de 2015, la red se movilizó y recaudó fondos suficientes para alquilar un pequeño apartamento en una isla que representa el primer destino europeo para miles de refugiados que salen de Siria, Iraq y Afganistán.


Desde finales de diciembre han pasado por ese piso una quincena de personas de distintos países dispuestas a involucrarse en el trabajo diario de los campos que acogen de forma temporal a esos refugiados. Susana ha sido una de estas voluntarias y ha colaborado durante una semana en las instalaciones de un campo de asistencia de emergencia a refugiados llamado 'Better days for Moria' y en otro conocido como 'Pikpa' y habilitado para atender durante largos periodos de tiempo a personas que por motivos de salud no pueden continuar el viaje hacia otros países europeos.


Por compromisos laborales Susana solo pudo quedarse una semana en Lesbos pero asegura que la experiencia ha sido tan impactante que ya planea una estancia más larga para finales de marzo. "Me ha fascinado experimentar en un mismo instante y lugar las consecuencias de lo peor y de lo mejor del ser humano", confiesa refiriéndose, por un lado, a la guerra, la crueldad y el tráfico de personas y, por otro, a la coordinación de los voluntarios y a la solidaridad que demostraban los vecinos de la isla.


Durante sus días en Lesbos esta zaragozana se ha manchado las manos. Entre otras cosas ha limpiado baños, ayudado en cocina, cavado para impedir inundaciones en el terreno y repartido ropa seca entre las personas que llegaban tras una travesía de más de cinco horas en el mar. "Había momentos especialmente bonitos, cuando trabajábamos todos codo con codo y dejabas de distinguir quién era refugiado y quién no", explicaba este viernes la activista.


Susana ha vuelto a España con la impresión de que la crisis de los refugiados es "una sociedad entera metida en barcas", al referirse a que se desplazan familias enteras con hijos, ancianos y personas discapacitadas.


Desplazarse hasta el lugar no es la única manera de ayudar y la voluntaria hace hincapié en una de las mayores necesidades que expresan los refugiados: zapatos buenos y ropa de abrigo. "Llevan semanas caminando, llegan con el calzado roto y todavía les queda mucho trayecto por delante", explica.


Zaragoza también participa este domingo en la Marcha Europea por los Derechos de los Refugiados para exigir a los líderes europeos un pasaje seguro para las personas que huyen de la guerra. Distintas entidades ciudadanas, respaldadas por el Ayuntamiento de la ciudad han convocado una concentración este sábado, a a las 12.00 en la plaza de La Seo.

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