Una mañana entre almuerzos y tomates

Los huevos fritos para coger fuerzas y la imposición de la borraja son dos de los actos que marcan las horas previas a la salida del Cipotegato por la puerta del ayuntamiento.

Un grupo almuerza en el entorno de la plaza de toros vieja.
Un grupo almuerza en el entorno de la plaza de toros vieja.
Nora Bermejo

El intenso día empezó enérgico por la mañana, con miles de personas almorzando por las calles de la ciudad para coger fuerzas para lo que estaba por llegar: lluvia de tomates, baño de espuma y mucha fiesta con la música de los bares.

En la Peña Dominguera, por ejemplo, se pusieron los delantales para ofrecer huevos fritos a todo el que pasase por delante de su sede. "Somos hoy una peña interprovincial, abierta a todo el mundo: hay gente de Navarra, La Rioja, Madrid y de Burgos. Hemos comprado unas cincuenta docenas de huevos y a las diez y media de la mañana ya hemos agotado la panceta", contó la presidenta, Pili Carcavilla.

Los huevos fritos fueron la estrella gastronómica a primera hora de la mañana y, acompañados de chorizo, longaniza o jamón serrano y con la música de las charangas amenizando el momento, llenaron las terrazas. Después, el tomate robó el protagonismo a los almuerzos. "Parece que hay bastante más gente que otros años. Nosotros por ejemplo estamos con amigos de Zaragoza, Lérida, Vera y Monteagudo para enseñarles todo esto, el día principal para un turiasonense", contó Miriam Jiménez, de 29 años, rodeada de toda su cuadrilla.

Durante el almuerzo del Cipotegato se vive siempre un momento importante para la peña Garrafus: la imposición de la borraja a su presidente, Carmelo Led. Este año no se había incluido en la programación y se buscaban candidatos, pero al final el protagonista cambió de opinión alcanzando la decimocuarta edición. "Ha habido un poco de presión para hacerlo, pero espero que sea mi último año, me gustaría que alguien siguiese la tradición", desveló Led.

Con gran solemnidad, miembros de la peña Desbarajuste portaron la borraja en una bandeja y sobre el escenario de la Virgen del Río, Sara Ainaga, de la Garrafus, fue la encargada de colocarla sobre la cabeza del presidente ante los aplausos del resto de peñistas.

Con la tripa llena comenzó el desfile blanquiazul hacia la plaza de España, se acercaban las doce del mediodía y había que coger un buen sitio, algo realmente complicado con la masiva afluencia. Con las campanadas se abrió la puerta del Ayuntamiento, y empezó la carrera del personaje arlequinado. Eso ya era otra historia.

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