Tarazona vive su fiesta más solemne con la ofrenda y la procesión de la reliquia

Miembros de las cinco peñas de la ciudad se fueron turnando para portar la peana.

Los peñistas se fueron turnando para portar a hombros la reliquia desde la catedral.
Los peñistas se fueron turnando para portar a hombros la reliquia desde la catedral.
N. B.

Tarazona vivió ayer su día de fiesta mayor, la jornada más solemne de los festejos y que conmemora el traslado de la reliquia del patrón, San Atilano, desde Zamora hasta la ciudad turiasonense en el año 1644.


El día arrancó con el homenaje al Cipotegato de este año y la ofrenda de flores y de frutos a la Virgen del Río, patrona también de Tarazona. Después, se celebró en la catedral de Santa María de la Huerta la misa en honor de San Atilano, presidida por el obispo de la diócesis de Tarazona, Eusebio Hernández. Tras más de una hora de ceremonia, que contó con la intervención de la Coral Turiasonense, las campanas del templo repicaron anunciando el inicio de la procesión, que fue seguida por cientos de vecinos.


El Cipotegato participó en todos estos actos, al igual que la corporación municipal acompañando al alcalde, Luis María Beamonte. El desfile lo encabezaron los gigantes de la ciudad, que bailaron al ritmo de la música de los Gaiteros de Tarazona. Les seguían los representantes de las cinco peñas de la capital del Queiles (Garrafus, Sapillos, Chalibes, Desbarajuste y Dominguera) –que se fueron turnando durante el recorrido para portar a hombros el brazo de San Atilano– y la banda de música. Tras completar el itinerario por las calles del centro de la ciudad, la reliquia del patrón regresó a la catedral turiasonense.

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