ESPECIAL SAN JORGE 2011

Aragoneses, cómo hemos cambiado

Cuatro aragoneses ilustres han querido dibujar en HERALDO.ES un retrato de la sociedad aragonesa actual y de los cambios que ha experimentado Aragón en las últimas décadas.

Aragonesas de ayer paseando por la plaza España de Zaragoza
Aragón, una sociedad en cambio
HERALDO

Son muchos los tópicos que envuelven la personalidad de la sociedad aragonesa y pocos los que son ciertos. Para conmemorar el día de la Comunidad cuatro aragoneses ilustres han querido dibujar en HERALDO.ES un retrato de la los hombres y las mujeres de hoy y de los cambios que ha experimentado Aragón en las últimas décadas. Todos coinciden en que, pese al bache actual, el progreso ha sido más que considerable y muy satisfactorio.


El historiador José Luis Corral vuelve a sus seis o siete años de edad para recordar cómo era el Aragón de aquellos años, los primeros de la década de los 60. «Recuerdo un Aragón muy retrasado, con miedo, ajeno a la política española, más preocupado por sobrevivir que por otra cosa». Apenas 10 años después, cuando la Transición ya daba sus primeros pasos, Corral rememora que a los aragoneses les entraron las prisas por actualizarse, imperaba el pensamiento de «vivir deprisa todo lo que acontecía, por si no se volvía a repetir».


Los cambios en aquella época en la que todo estaba por hacer, recuerda Corral, se daban en todos los ámbitos de la vida, incluso en la apariencia física. «Recuerdo que en su momento se publicó que los quintos de los años 1979 y 1980 habían ganado, de media, 10 centímetros de altura», dice. «Esto no era nada más que la muestra de que la sociedad estaba mejor alimentada, ya no escaseaba tanto la comida como en la posguerra, y que también la sociedad había mejorado», continúa.


Preguntado sobre si la juventud aragonesa ha ido degenerando con los años, Corral, padre de familia, descarta por completo esa idea. «Hay ciertas inquietudes de la juventud que no han cambiado ni cambiarán nunca», dice Corral. «La mayor diferencia que veo entre ambas juventudes», sostiene, «es que ahora la juventud está más preparada, porque tiene más medios, y cuenta con la posibilidad de ver mundo, privilegio que para generaciones como la de mis padres o abuelos era impensable».


Coincide con él Javier Fernández, delegado del Gobierno en Aragón, y también padre de jóvenes aragoneses. «La juventud de ahora no es peor que la de antes», dice, «sí que existe una diferencia de tiempos y, sobre todo, de medios: la nuestra era una juventud que tenía muy poco y hoy lo tienen todo y desde muy pequeños».


El sociólogo Javier Rodríguez, presidente de la Asociación de Sociólogos de Zaragoza, apunta que precisamente por la juventud actual pasa una parte del futuro de Aragón. «El capital humano será una de las claves para el futuro, junto con los acuerdos regionales, conseguir ser un lugar estructurante y, como no, la logística y las comunicaciones». «El futuro pasa inevitablemente por las comunicaciones: de coches, de trenes y por qué no de un aeropuerto, el de Zaragoza, que sea centro de distribución de Europa a África», afirma también Enrique Gastón, profesor emérito de Sociología de la Universidad de Zaragoza.

La desruralización, un punto de inflexión


Pero volvamos al pasado. Para Javier Rodríguez hay tres circunstancias que han marcado la forma de ser de las últimas generaciones de aragoneses. Se trata, en primer lugar, del paso de una sociedad rural a una sociedad urbana, «las comarcas se han urbanizado y se han modificado los comportamientos y las relaciones personales». En segundo lugar, Fernández destaca el paso de una dictadura a una sociedad más democrática, «hecho que ha contribuido a modificar las personalidades». Y, por último «el aumento de la identidad autonómica».


Enrique Gastón coincide en que la desruralización de la población es un elemento clave para entender la personalidad de los aragoneses. «Pese al abandono obligado de sus lugares de origen, esas gentes conservaron sus casas y volvían a ellas siempre que podían», dice Gastón que puntualiza que este fenómeno se sigue produciendo.

Cultos, sociables y conformistas


Cuando se trata de hablar de la forma de ser de los aragoneses, no todos tienen claro si existen unas características extendibles a toda la sociedad. Javier Fernández apunta que en ocasiones la sociedad aragonesa ha podido ser «conformista y poco luchadora» y estas actitudes han podido influir en el desarrollo de la comunidad.


Por su parte, Enrique Gastón destaca la afabilidad de las gentes de la región. «La aragonesa es una sociedad muy relacional», dice Gastón. «La vida cotidiana sigue siendo bastante rica en ciudades como Zaragoza, que tiene una vida relacional importante», continúa. El sociólogo cree que la capital aragonesa perdió el centro neurálgico de su vida social cuando se reformó el paseo Independencia, pero sostiene que «las calles siguen siendo muy agradables» y favorecen que los ciudadanos interactúen.


En lo que respecta a la cultura, el sociólogo sostiene que Aragón «tuvo momentos de gran élite artística y literaria, como el grupo Pórtico o el Niké, aunque la cultura dominante hizo todo lo posible porque no se potenciarán esos grupos minoritarios». Javier Fernández apunta que hace medio siglo en «Zaragoza había multitud de cines, que proyectaban básicamente cine americano, pero también circuitos alternativos, como las salas de arte y ensayo y organizaciones populares y universitarias que trabajaban en la periferia».


A la hora de poner adjetivos a estas décadas de cambio, sin embargo, estos cuatro aragoneses coinciden hasta el punto de que sus opiniones se confunden. «Hemos dado un salto sideral». «España, y con ella Aragón, ha avanzado en 30 años lo que otras ya habían hecho, pero en 100». «La situación de Aragón en los 60 con la de ahora no tiene ni punto de comparación». Comentarios como estos se sucedieron durante las entrevistas.


El delegado del Gobierno apunta el camino a seguir para años venideros. «Tenemos que creernos que ya hemos hecho muchas cosas y que tenemos que seguir adelante».