LECTURA DEL HOMEJE A LAS VÍCTIMAS DEL YAK

Vencer a Sísifo

Un día escribí que las familias de las víctimas del Yak-42 eran como el mito de Sísifo porque el hijo de Eolo y Enarete era obligado en La Odisea a empujar una piedra enorme cuesta arriba por una ladera empinada, pero antes de que alcanzara la cima siempre rodaba hacia abajo. Y Sísifo tenía que empezar de nuevo a subir desde el principio.

Pero hasta el mito habéis vencido porque la piedra ha dejado de caer contra vosotros. De tanto empujar y defender la verdad, no solo sois el David que venció al Goliat del Gobierno destapando una mentira por vuestros familiares, sino que, seis años después, habéis ganado a la piedra de Sísifo.

La ladera empinada de Sísifo era el monte Pilav, a 2.100 metros de altura en Macka (Turquía), donde se estrelló hace seis años el avión ucraniano Yak-42 que dejó allí a vuestros 62 militares españoles. Esa colina ha sido el escenario de la peor tragedia del Ejército español en tiempos de paz. Pronto volveréis de regreso allí para buscar la paz interior de los vuestros y la vuestra.

Mientras el Ministerio de Defensa acumulaba o escondía una docena de quejas de soldados y un informe secreto sobre la inseguridad de esos aviones, tardó 48 horas en identificar a todos los cadáveres, aunque el equipo médico firmó un documento judicial turco donde admitió que se llevaron 30 sin reconocer.

La Justicia os ha devuelto parte de la verdad, la verdad judicial, un buen trozo en una democracia que os debe mucho más que una sentencia, sino un ejemplo de no rendirse. Ya sabiais que la respuesta estaba en Turquía hace más de cinco años, pero a los dos forenses que viajaron a Madrid al juicio casi no pueden contarla y entraron por la puerta trasera. Menos mal que sois perseverantes, tesoneros y tenaces (o tercos, como nos llaman a los aragoneses) porque la Audiencia Nacional no pudo absolverlos y condenó la mentira, la falsedad documental.

Esa sentencia es histórica porque uno entrará en la cárcel, dos llevarán su penitencia y otros cargarán con la vergüenza de una orden cumplida y el escondite, pero esa no es vuestra piedra porque vosotros habéis ganado hasta a Sísifo por el honor y la verdad de los vuestros.