Juderías: mil calles por recorrer en el Aragón sefardí

Son numerosas las localidades aragonesas que conservan sus antiguas juderías. Un valioso legado patrimonial que permite sumergirse en ese mundo hebreo y en los usos y costumbres que regían su vida cotidiana. Tauste, Híjar, Calatayud, y Albarracín conservan parte de sus sinagogas.

Señalización en la entrada del barrio judío en Tarazona.
Señalización en la entrada del barrio judío en Tarazona.
Ayuntamiento de Tarazona

Aragón conserva un importante patrimonio del paso de la cultura judía por su territorio. «Uno de los signos más interesantes de las juderías de Aragón es que se trata de restos genuinos, que no se han modificado y mantienen el espíritu medieval», dice el profesor de Historia Judía en la Universidad de San Jorge (USJ), Miguel Ángel Motis. La presencia hebrea en Aragón se intensifica en el siglo XI con los judíos que viene huyendo de la persecución en Francia y otros lugares de Europa. «El régimen jurídico aragonés les resulta muy favorable por el trato igualitario que da a los nuevos pobladores y así la presencia judía se va expandiendo poco a poco», afirma Motis. En Aragón existen casi un centenar de juderías según este historiador que ha desarrollado con su equipo de la USJ un total de nueve rutas que agrupan a las 37 juderías que cuentan con un patrimonio más visible.

Entre los conjuntos más destacados se encuentran las juderías de la comarca de las Cinco Villas, que conservan casi íntegro su patrimonio monumental, así como el callejero de sus barrios judíos. La localidad de Luna goza de un urbanismo medieval que invita a viajar en el tiempo y su legado sefardí, que se remonta al siglo XII, se centraliza en torno a las calles de Puyfranco y Codillo y lo convierte en uno de los asentamiento hebraicos imprescindibles de la comarca. Muy cerca, El Frago conserva en sus calles huellas de la presencia hebrea, mientras que en Tauste se estima que los seis arcos en la fachada de la ermita de San Bartolomé formaban parte de un conjunto de doce representando las tribus israelitas.

Ejea de los Caballeros fue considerada la quinta aljama (o comunidad) de Aragón, con una población que llegó a los 300 habitantes con un núcleo originario en el barrio de la Corona. Le seguía en importancia Biel, cuya judería es de las mejores conservadas y se encuentra de manera principal en el Barrio Verde. En Sos del Rey Católico se conservan intactas unas treinta casas del que fuera el barrio judío en torno a la plaza de la Sartén, y las calles Coliseo, Mentidero y La Luna. La judería de Uncastillo se asentó en un principio en la peña Ayllón y con el tiempo fue expandiéndose a través de la actual calle Barrionuevo, en cuyo número 24 aparecieron columnas de la antigua sinagoga. Muchas de las casas conservan detalles que hacen viva la experiencia de recorrer los mismos pasos que sus antiguos habitantes judíos, como la hendidura tallada en las puertas en la que se colocaba la mezurah con los textos versificados.

Los dos núcleos de Tarazona

Tarazona es otra población cuya judería no puede pasarse por alto. Cuenta en realidad con dos núcleos: el foco primitivo parte de la acequía de Selcos y sigue por la calle Aires, Judería, Rúa Alta y Rúa Baja hasta la plaza de Arcedianos y calle del Conde. Allí se encuentra uno de los elementos más singulares: las casa colgadas, construidas en saledizo. Por sus sinuosas y estrechas callejuelas de sabor medieval es fácil sumergirse en ese universo hebreo que lo poblaba, aunque ya no se conserven las puertas que embocaban esas calles o la sinagoga. El empuje demográfico dio lugar la judería nueva, construida a partir de 1440 y que puede verse desde la Cuesta de Arcedianos hacia la plaza de Nuestra Señora, calle Marrodán y barrio Nuevo. Cuenta con una completa señalética para recorrerla con facilidad, además de un código QR que permite acceder a una audioguía. Diversos establecimientos hoteleros incluyen guiños a ese pasado en sus alojamientos y algún restaurante ofrece un menú sefardí previa reserva.

En Daroca, la población judía es casi tan antigua como su fundación: se cree que se remonta al siglo X. La judería se extendía entre la plaza de San Pedro, el castillo Mayor, la muralla y la Puerta Alta. En la iglesia de San Miguel se conserva la pila bautismal utilizada para el bautismo de los judíos que se convirtieron al cristianismo y en el retablo de San Pedro se reproduce una estrella de David, mientras que en el de San Fabián y Sebastián pueden apreciarse personajes judíos. Algo más de cuarenta familias conformaban la judería de Daroca, una de las colectividades hebreas más importantes del Jalón, junto a Calatayud.

Calatayud contó con una pujante población judía que llegó a levantar varias sinagogas. Se conservan los restos de dos, de las que puede verse la sinagoga vieja que se ubicaba en a que ahora es la ermita de la Consolación y en cuya fachada pueden apreciarse las entradas, para hombres y para mujeres, de la antigua construcción hebrea. La ciudad está finalizando el proyecto de señalización de la zona de su casco urbano correspondiente a la judería.

Sinagogas en Teruel

La presencia judía fue menor en Teruel pero aún así se cuenta con valiosos elementos patrimoniales como en la provincia como las sinagogas de Híjar y Albarracín. Las excavaciones realizadas el pasado mes de enero en Híjar ofrecieron dos fuertes indicios para confirmar que la sinagoga de la localidad se encontraba en la iglesia de San Antonio, tal como constaba documentalmente: «En el pavimento apareció la tebah, el púlpito desde el que leen los textos sagrados, y en el exterior, la zona de acceso a la sinagoga», explica Almuayad Royo, quien participó en las excavaciones y ha investigado la presencia hebrea en Híjar «que podría ser anterior a la Reconquista». La judería se extiende de la plaza de San Antonio por las calles Azaguán, de Jesús, Paradas y Cuesta del Olmo y la comunidad disponía de su propio horno y baños rituales, o ‘miqvé’, ya perdidos.

Baños públicos en Zaragoza

Sí conserva sus baños públicos Zaragoza, únicos en Aragón y casi en España, donde solo existen en Guadalajara. Lamentablemente no pueden visitarse al estar en una propiedad privada, aunque se trabaja en su apertura. «En 1391, tras las persecuciones sufridas por los judíos en Sevilla, Barcelona y Valencia, Zaragoza contabilizaba 461 familias, es decir, unas 2.500 personas. A la vez, Juan II reunía en la Alfajería a los principales sabios hebreos, con lo que podría decirse que, en aquellos momentos, Zaragoza era la capital sefardí de España». La judería de Zaragoza se concentraba alrededor del actual Seminario de San Carlos, siguiendo una trama urbana que se conserva en gran parte, y «convenientemente señalizada permitiría recorrerla sintiendo aquella presencia hebrea», dice el profesor Motis.

Este experto ha estudiado también la provincia de Huesca, donde la huella hebrea está menos presente pero puede seguirse en Barbastro, donde su nucleo original surgido en el interior de la Zuda, la fortaleza musulmana de comienzos del siglo X, se extendió por las calles de Castellnou, San Miguel, Encomienda, la Peña, Esperanza, Entremuro y la Candelaria. En Monzón la judería se desarrollaba en las calles serpenteantes alrededor del castillo; mientras que en Fraga, ocupaban el barrio de la Collada.

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