Más del 90% de los pastores de ovejas en la provincia de Teruel son de origen marroquí

El conocimiento del oficio y la falta de otros empleos empujan a muchos norteafricanos a desempeñar el trabajo. Los ganaderos turolenses, sin relevo generacional, buscan su ayuda.

Manuel Gambaro –a la derecha– junto a Mustafá Moklis, encargado de cuidar su rebaño.
Manuel Gambaro –a la derecha– junto a Mustafá Moklis, encargado de cuidar su rebaño.
Heraldo

"Si no fuera por ellos, el pastoreo por los montes de Teruel sería un oficio al borde de la extinción". Así opina el técnico del sindicato agrario y ganadero UAGA en Teruel, Juan Villar, sobre el elevado número de pastores de origen marroquí que trabajan en la provincia sacando a diario al campo los rebaños de ovejas en busca de pastos naturales. Según explica, más del 90% de quienes desempeñan esta profesión en tierras turolenses nacieron en Marruecos, un país en el que también abunda la ganadería, aunque con cabañas mucho más reducidas.

A juicio de Villar, la dureza del trabajo unida a la falta de relevo generacional en las familias de ganaderos turolenses, hace que muchos de ellos decidan reducir paulatinamente el número de cabezas de ganado que tienen. "La gente envejece y no puede dedicarse al pastoreo, porque hay que salir con las ovejas todos los días, con frío y con calor, sea fin de semana o época de vacaciones", señala.

Todo ello lleva a que los pastores de origen marroquí sean buscados por los ganaderos turolenses para cuidar a sus ovejas y, recíprocamente, que muchos de estos profesionales, acostumbrados a las incomodidades del oficio, acepten la propuesta ante la escasa y poco diversificada oferta laboral que suelen encontrar en el lugar de acogida.

Manuel Gambaro, ganadero en Torre los Negros, explica que solo sale a cuenta contratar a un pastor si se tienen más de 600 ovejas –el posee una cabaña de 1.300–. "Hay que proporcionar al pastor y a su familia una vivienda acondicionada y eso no es fácil en el medio rural", explica. "Con pocas cabezas de ganado, los gastos se multiplican y no salen las cuentas", añade. Pero él encontró a Mustafá Moklis, un marroquí que ha aceptado vivir en una pequeña localidad y que cada día lleva el ganado por los helados montes de la zona del Jiloca. "A veces, a cinco grados bajo cero de temperatura", dice Gambaro.

Este ganadero se queja de que los precios del cordero entero están "por los suelos" para el productor mientras que para el consumidor el coste de la carne es muy alto. Señala que la importación de producto desde Australia y Francia ha dañado al sector, como también lo ha hecho la prohibición de hacer fuego en el campo. "Antes, mucha gente salía el domingo con la familia o los amigos y asaban carne a la brasa en sus excursiones;_ahora ya no se hace eso y nos ha perjudicado", relata.

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