Cuarenta parroquias de la Diócesis de Teruel se quedarán sin misa semanal en invierno por falta de feligreses

La despoblación limita la celebración de oficios religiosos en muchos pueblos al verano o a fiestas señaladas.

Una feligresa recorre la iglesia de Toril, sin misas en invierno.
Interior de la iglesia de Toril
Javier Escriche

Cuarenta parroquias de la Diócesis de Teruel y Albarracín, el 15% del total, se despedirán de las misas semanales al empezar el invierno y no las recuperarán, en el mejor de los casos, hasta que el próximo verano llene los pueblos y pedanías de veraneantes. En algunos pueblos, los oficios solo se celebran el día de la fiesta patronal o durante alguna romería. El resto del año, las iglesias permanecen cerradas a cal y canto por falta de feligreses.

El Obispado de Teruel llevó a cabo una encuesta en 2015 sobre la asistencia a las misas y constató que cuarenta parroquias no celebran oficios semanales de forma continuada por falta de fieles debido a la despoblación. En algunos casos, celebran misas durante todo el verano, en otros solo en agosto y en muchos solo algunos domingos. En varios lugares, la presencia del sacerdote se limita a las fiestas «propias de cada localidad», como matizó una fuente del Obispado.

La distribución de las parroquias ‘fantasma’ alcanza a los cinco arciprestazgos de la diócesis: Albarracín, Alcorisa, Calamocha, Montalbán y Mora de Rubielos. Pero la palma se la llevan las demarcaciones de Alcorisa y Montalbán, con 11 y 10 pueblos sin misas invernales, respectivamente. Por comarcas, el Jiloca y las Cuencas Mineras son las más castigadas.Los escasos feligreses que quedan en los núcleos sin servicio religioso se desplazan a localidades cercanas para oír misa en algunas fechas señaladas. Es el caso de Toril –con 30 censados, pero con solo un puñado de residentes fijos–, donde, como señaló una vecina, en Semana Santa hay residentes que pasan unos días de vacaciones en el pueblo y se trasladan a Royuela o Terriente para asistir a los oficios.

En verano, cuando la población aumenta en los pueblos, los sacerdotes de localidades cercanas amplían su programa de misas para atender la demanda. El alcalde de Almohaja –municipio de 19 habitantes–, Joaquín Simón, ha explicado que en invierno «no hay gente» en el pueblo y la iglesia parroquial no se abre. En verano, cuando se llena de veraneantes, «viene el cura de Santa Eulalia una vez a la semana». En algunos casos, ante la exigüidad de los feligreses, el sacerdote opta por oficiar en casas particulares, como ocurre ocasionalmente en Miravete de la Sierra –tiene 28 censados–, como ha indicado el alcalde, José Listo.

La programación de las misas oscila entre algunos núcleos que solo se quedan sin servicios religiosos en noviembre y diciembre, como ocurre con Moscardón, y otros que no celebran ceremonias religiosas más que en algunas fechas señaladas, como Arroyofrío, Toril, Peñasroyas, Allueva, Salcedillo, El Villarejo, Masegoso, Almohaja, Nogueras, Bádenas, Armillas o Alcotas.

Un sacerdote para 11 pueblos

El sacerdote Nacho Hernández se encarga de algunos de los pueblos que se quedan sin misa en invierno. Ha explicado que, aunque no oficie servicios religiosos, procura pasar al menos una vez al mes por todas las parroquias que tiene asignadas para charlar con los vecinos y preguntar por las ausencias. No se limita a ejercer una labor «sacerdotal», también procura «estar con la gente para que se sienta acogida».

Visita a los pocos vecinos que quedan en invierno y les deja su teléfono para acudir en caso de necesidad. Debido a la escasez de sacerdotes y, sobre todo, de fieles se responsabiliza de ocho núcleos de la Sierra de Albarracín, que a partir de enero serán once por la partida de un cura.

Hernández ha aclarado que, aunque no haya una población estable, acude a las parroquias despobladas cada vez que se lo piden los feligreses ocasionales, lo que puede ocurrir en fiestas y festejos patronales. También con motivo de un funeral o –más raramente– un bautizo o una boda. «Es prácticamente un servicio a la carta», ha bromeado. «Si me piden que acuda a dar misa por una fiesta, yo acudo», resume. La misa diaria es ya un exotismo en su demarcación. Solo Albarracín, el núcleo principal de la comarca, la conserva con media docena de parroquianos fieles.

Su anterior ámbito de trabajo estaba localizado entre las comarcas de Cuencas Mineras y Jiloca, una de las áreas más despobladas de la provincia. Ha recordado que en Nueros, una pedanía de Calamocha, solo daba misa el día de la fiesta mayor, San Roque, y apenas reunía a una veintena de fieles. En otros pueblos no queda nadie o, como mucho, «algún pastor, que, en algunos casos, es magrebí».

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