El Vaquillero del Año: “Esta es una fiesta abierta a todo el mundo”

Lázaro Vicente, de la peña El Despadre, recibió ayer la casaca con los escudos de las veinte peñas de la ciudad en reconocimiento a la labor desarrollada en favor de la fiesta.

El Vaquillero del Año, entre la alcaldesa y el presidente de Interpeñas.
El Vaquillero del Año, entre la alcaldesa y el presidente de Interpeñas.
Antonio García/Bykofoto

"La Vaquilla es la mejor fiesta que hay", exclamó ayer Lázaro Vicente tras ser proclamado Vaquillero del Año en un abarrotado salón de plenos del Ayuntamiento de Teruel. Visiblemente emocionado, Vicente –uno de los fundadores de la peña el Despadre y con más de medio siglo presente en la Vaquilla– recibió de manos del presidente de Interpeñas, Ignacio Jiménez, la casaca negra que lucen todos los turolenses durante estas fiestas y en donde, como signo distintivo del nombramiento, van prendidos los escudos de las 20 agrupaciones peñistas de la capital. "Es una fiesta abierta a todo el mundo y un símbolo de unidad", agregó Lázaro Vicente para, a continuación, y con la voz quebrada por la emoción, recordar a su familia. "Es que la tengo toda aquí", dijo mirando a su madre de 92 años y no pudiendo reprimir las lágrimas.

El Vaquillero del Año reconocía al finalizar el acto que esta edición festiva la está viviendo de forma especial. "Yo trabajo en la peña lo mismo, pero en el trato es diferente ­–admitía–. Continuamente me para la gente por la calle para darme la enhorabuena".

Con los tres maceros marcando la entrada al salón de plenos municipal, el nombramiento del Vaquillero del Año se ha convertido con el tiempo en un concurrido acto, en el que ayer no faltaron autoridades y representantes políticos.

La emoción se apoderó en pocos minutos del público, incluido el presidente de Interpeñas, que, en algunos momentos de su intervención leyó su mensaje con voz entrecortada. "Aún no somos conscientes de lo que tenemos. La Vaquilla forma parte de nuestro patrimonio. ¡Cuidémosla!", aconsejó el peñista a los allí presentes.

Para Lázaro Vicente tuvo palabras de agradecimiento por su gran labor en favor de la Vaquilla, "Esta fiesta –subrayó– que durante unos días nos hace arrinconar los problemas". "Es -continuó– una de tus pasiones".

Cuando el presidente le impuso a Lázaro Vicente la casaca negra con todos los escudos, el salón de plenos se llenó de aplausos. Intensos y duraderos.

Previamente, la alcaldesa, Emma Buj, narró en pocas palabras la ‘fatigosa’ labor del vaquillero: bailar hasta la madrugada, levantarse temprano, ir de charanga,  hacer remojones (tentempiés de cubalibre o cerveza en los bares), comer y cenar en la peña. "Si alguien simboliza a la Vaquilla: el trabajo de acabar tarde y madrugar, ese eres tú", diría Buj.

Fotos en solitario, fotos en familia, abrazos, besos... Así se despedía Lázaro Vicente del acto. Así, y con la sonrisa eterna en los labios.

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