¿Cómo enganchar a la poesía a los más pequeños del Matarraña?

Acercar la poesía era el reto que se habían propuesto, pero no solo unos cuantos días puntuales al año y a los adultos, sino durante más tiempo y también a los niños. “Quién sabe si de ellos saldrá un futuro poeta o simplemente una persona que lea poesía”, dicen. Con esta idea, la asociación cultural ‘El Patio de Atrás’ empezó a trabajar a comienzos de este año en su Proyecto Cerillas, poniéndose en contacto con diferentes centros escolares de la Comarca del Matarraña y distintos poetas.

Sus promotoras, Durga Blázquez y María Lorenzo, definen esta iniciativa como una “actividad educativa -introducida en la ya celebrada quinta edición de su festival ‘Quema de Artistas’-, que se ha creado para difundir la poesía aragonesa e incentivar la creación poética y el interés por esta disciplina desde la más temprana edad”.

Con la premisa de que cualquiera puede hacer lírica, querían demostrar igualmente que “todos podemos ser poetas y empezar a experimentar con este arte desde pequeñitos”. Se trataba, pues, de “quitar ese miedo y de no verlo como algo que solo puede realizar un erudito o una persona mayor con cierto bagaje”, explica Blázquez.

Y del papel su idea pasó a la práctica durante los meses de abril, mayo y junio con la participación de tres colegios y un instituto turolenses, y más de 300 niños y jóvenes implicados. En una primera fase, los profesores introdujeron a la poesía a los alumnos en las aulas. Después, poetas visitaron las clases para desarrollar talleres dinámicos con los escolares de Primaria y Secundaria y, finalmente, los trabajos elaborados por los niños fueron expuestos durante una de las jornadas del festival.

En concreto, fueron diferentes nombres, jóvenes y más experimentados, algunos integrantes de la Asociación Aragonesa de Escritores, los que acudieron a las clases para trabajar con los pequeños creadores. Sandra Lario y Luis Rudis viajaron hasta el CRA de la Fresneda; Beatriz Royuela y Carla Delgado, al colegio de Valderrobres; Ana Baquedano, al de Beceite; y Miguel Carcasona y Luisa Miñana estuvieron presentes en el instituto de la localidad de Valderrobres, recuerdan desde la asociación.

Para lograr enganchar a los estudiantes, se valieron de métodos originales. “Los más pequeños trabajaron la poesía visual con dibujos, realizaron un mural donde explicaban lo que era para ellos la poesía y convirtieron poemas de Gloria Fuertes en nubes y gotas de papel”, comenta Durga, gestora cultural y una de las organizadoras de la actividad. Con los mayores, la palabra tuvo aún más protagonismo: “Ellos trabajaron de forma más convencional, pero siempre creando y componiendo sus propios versos”.

Ya en pleno festival, escritos, dibujos y murales se colgaron en la lonja y se expusieron por las calles de Valderrobres; piedras de colores que formaban poemas se colocaron en el suelo; y algunos alumnos se animaron a leer las obras escritas por ellos mismos en el que muy probablemente fue su primer y temprano recital en público. “Unos lo hicieron tímidos, otros muy contentos, pero todos muy valientes. Nos ha sorprendido cómo escriben, las ideas, la ilusión y la creatividad que tienen”, reseñan desde la asociación.

Todo ese trabajo de promoción poética infantil y juvenil que se ha gestado en el Matarraña durante los últimos meses quiere seguir dando frutos y, por ello, tal y como expresa Blázquez, pretenden “reproducir el proyecto en otros colegios y municipios de la comarca el próximo año”. “No es habitual que en los pueblos existan este tipo de talleres y la acogida que han tenido ha sido buena”, concluye.