Adiós al Pastor de Andorra al son emocionado de la jota

Todo el pueblo y diversas personalidades han desafiado al desapacible tiempo y ha acompañado a la familia del jotero.

La jota, la más sentida, la jota a flor de piel, la que salía de las emocionadas voces de algunos de los mejores cantadores de Aragón ha sido el mejor modo de expresar la tristeza, pero también la veneración y el cariño por José Iranzo, el Pastor de Andorra, que este miércoles ha sido enterrado en el cementerio de su villa natal. De nuevo, como el martes en la capilla ardiente, todo el pueblo ha desafiado al desapacible tiempo y ha acompañado a la familia del jotero.


Pascuala, su viuda, ya estaba de par de mañana junto al féretro. Allí ha recibido el pésame de muchos de sus paisanos, pero también de numerosas autoridades y grandes nombres del mundo de la jota. En la Casa de Cultura, en el funeral en la Iglesia de la Natividad de Nuestra Señora y, posteriormente, en el cementerio ha podido verse a los cantadores Roberto Ciria, José Luis Urbén, Vicente Olivares, Nacho del Río, Blas Rando, Julio Latorre, Beatriz Bernad y otros amigos y compañeros de ronda de José, como Teodoro Biel.

 


También acudieron a presentar sus respetos el expresidente de Ibercaja y de Endesa, el turolense Manuel Pizarro; el delegado del Gobierno en Aragón, Gustavo Alcalde; la alcaldesa de Teruel, Emma Buj o el director general de Cultura, Ignacio Escuín. Del mundo de las letras estuvo José Luis Melero.


Poco antes de las once de la mañana, el féretro con los restos mortales del Pastor de Andorra fue portado a hombros hasta el templo por miembros de La Peña El Cachirulo de Andorra José Iranzo, de la que el Pastor, además de darle nombre, era socio de honor.


La misa fue concelebrada por ocho sacerdotes, algunos llegados de pueblos vecinos, como Albalate o Alcañiz. Ante un templo abarrotado, con gente fuera bajo la intensa lluvia, los celebrantes glosaron la figura de Iranzo, recordando, una vez más, tanto su sobresaliente carrera en la jota como su bonhomía, "su vida sin alardes". Pero el momento que a todos puso un nudo en la garganta llegó al final. Primero con las preciosas palabras de José Luis, el nieto de José, llenas de agradecimiento. Después, cuando la comitiva con el féretro cargado por varios joteros, entre ellos Nacho del Río o Vicente Olivares, fue interrumpida por los cantos, ya casi a la salida de la iglesia.

 
Sonó, claro, 'La Palomica' y otras jotas especialmente compuestas para la ocasión, que salieron de las gargantas de Julio Latorre, Isidro Claver, Teodoro Biel y Clemente Balaguer, cuñado de José Iranzo. Un gentío esperaba fuera, apretado, codo con codo. Ya en la calle dijo Nacho del Río:"¡Que aplauda Andorra!"


En el camino hacia el cementerio, más jota. Esta vez en forma de ronda. Fue el momento también de la espontaneidad y de la emoción más honda, que alcanzó su clímax en el cementerio. Ante la mirada cargada de entereza de la familia, José fue enterrado entre cánticos. Jotas que hablaban de José como cantador, de Andorra y hasta de la esperada lluvia.

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