EX PRESIDENTE DE EXPOAGUA

Roque Gistau:«Debimos hacer un espacio residencial en la Expo para que tuviese más vida»

El que fue presidente de Expoagua y máximo responsable de que el 14 de junio de 2008 todo funcionase como un reloj, analiza la situación presente y futura del recinto, hace un repaso de la gestión y da su opinión sobre Aragón.

Roque Gistau (Bielsa, 1946) en su despacho en Madrid como presidente de AEAS, que es la patronal de las operadoras de agua.
Roque Gistau:«Debimos hacer un espacio residencial en la Expo para que tuviese más vida»
ENRIQUE CIDONCHA

¿Echa de menos el día a día de la Expo?


La verdad es que no. Igual nos pasa a los que hemos afrontado ya muchas cosas, pero abordé ese proyecto como uno más de los que he hecho en mi vida. Aunque hay matices, porque la Expo me aportó dos cosas importantes. La primera, hacer algo en mi tierra, ya que nunca había trabajado en Aragón. La otra, poder aportar algo al mundo del agua. Por eso insistí en la Tribuna del Agua, que era una pata de la Expo que no tenía precedentes. Se montó bien, aunque me siento fracasado al no haber sido capaz de dejar en Zaragoza un núcleo permanente de transferencia de conocimiento.


¿Quizá sí se haya conseguido con la Oficina del Agua de la ONU?


No, esa es una oficina de cuarto nivel en el mundo, que aporta muy poco. Hablo de un centro de reflexión mundial. Está hasta el proyecto escrito, que hicimos con Ángel Corcóstegui.


¿El legado ha sido el fracaso de la Expo?


El intelectual sí, pero no el legado físico. Siempre tuve claro que el recinto sí se va a ocupar. Tiene buen diseño, está bien ubicado y además no hicimos absolutamente nada que no pensásemos en el uso que íbamos a darle el día después.


¿Quizá se va a tardar más años de los previstos?


Sí, sin ninguna duda, pero hay que tener paciencia. Estuve el otro día por ahí y el río sigue estando precioso, igual que el parque. Lo que se ha remodelado del recinto ha quedado muy bien. Los árboles tardan en crecer. La gestación de un proyecto como la Expo tardará en madurar. Ahora han puesto en servicio un cuarto del recinto de lo que va a ser. Van a abordar ya la segunda fase. Y el resto, llegará.


¿Teme que la Expo se convierta solo en un parque administrativo?


Sí lo temo. Y más que administrativo, en un parque empresarial. También eso lo peleé mucho. Ahí deberíamos haber hecho algo residencial. El espacio donde estaban los pabellones de las Comunidades, donde va ahora la Ciudad de la Justicia, la habría hecho residencial. Habría sido la fórmula de que quedase más integrado, que tuviese más vida.


Van anunciando pasos para el Instituto de Cambio Climático que iba a ocupar el pabellón de España, pero parece no acaba de arrancar.


Arrancará, pero será una cosa pequeña. En mi opinión.


La gestión de Expoagua pasó el examen del Tribunal de Cuentas. ¿Le sorprendió que después en la gestión del Ayuntamiento se detectasen tantas irregularidades?


Hay que poner las cosas en su contexto. Ceo que no hay nada que sea punible. Lo que hay son procedimientos no cumplimentados de forma correcta. Hay que ver cómo era aquello. De repente te venía al Ayuntamiento para que te ocupases del concurso de los barcos porque no eran capaces de hacerlo en plazo. En la Expo de Zaragoza, por parte de todo el mundo, las cosas se han hecho con la mejor voluntad, desde mi punto de vista. Y habrá errores en los procedimientos, pero es que son tan largos y complicados, que cumplirlos todos...


Según el Tribunal de Cuentas, Expoagua sí consiguió cumplirlos, pero el Ayuntamiento no.


Pero es que yo tenía un equipo solo para eso.


¿El Ayuntamiento de Zaragoza no tiene más equipos y medios como para hacerlo bien?


Sí, pero los tienen para muchas tareas. Lo que hicieron desde el Ayuntamiento fue encargar a Expoagua muchas cosas. Y que conste que desde luego yo no lo pedí.


¿Teme que se manche la gestión?


Todo salpica. Al final, en este mundo convulso que hay tantas guarrerías, el público en general está receloso. Creo que en este caso no va a salpicar. No debe salpicar. Supongo que el Ayuntamiento tendrá por ejemplo 14 incumplimientos de procedimiento, pero aquí, en la Expo y fuera de la Expo.


Una de las ideas que hubo fue llevar el campus universitario a la Expo. ¿Lo habría visto buena idea?


No encajaba. Lo habíamos visto también con el rector, pero no se había pensado en eso en origen. Cuando se diseñaron los edificios, se hizo pensando en un parque empresarial, así que no cuadraba.


¿Y la Ciudad de la Justicia?


Sí, eso encaja perfectamente. Y desde luego mucho mejor que la proyectada en Madrid.


¿Qué cambiaría de lo que se hizo?


Habría cosas que no habría hecho. Por ejemplo, el puente de Zaha Hadid (el Pabellón Puente) no lo haría.


¿Por un tema de presupuesto?


Aparte de eso, porque creo que sobra. Miro ahora las fotos y veo que no pinta nada ahí, que sobra. Si ya había conexiones. Formaba parte del diseño inicial, antes de que yo llegase.


¿Y el resto de edificios?


Sí, el resto sí. El acuario se animará de público. La Torre del Agua es un icono, da una imagen de futuro. Ahora parece que arranca el balneario...


¿Tuvo momentos en que pensó que no fuesen a cumplir el plazo?


Sinceramente, no. Había personas clave. José Luis Murillo controlaba la administración y el personal. Fue el único que me llevé a la Expo. Había tenido una charla con Jacinto Pellón, que había sido mi homóloso en la Expo de Sevilla.


¿Y al hablar con él no se le quitaron las ganas de seguir dirigiendo la Expo de Zaragoza?


Claro que sí... Él ya estaba jubilado y me dio claves fundamentales: primero, no aceptes ninguna encomienda, que esa queda claro que no la cumplí. Después, y estas sí las cumplí, que tuviese todos los papeles perfectamente archivados y controlados, porque un día llegaría el Tribunal de Cuentas. Y tercero, cumplir la normativa a rajatabla. Y en eso tenía a Murillo. Estaba también Eduardo Ruiz de Temiño, que fue decisivo, y Jerónimo Blasco, complicado pero eficiente. Ya en el siguiente nivel, había dos personas básicas, el abogado de Estado, Ignacio Salvo, que era una joya y lo demostró, y Anabel Beltrán, que era interventora de la DGA. Manejamos más de 1.000 millones en menos de tres años. Todo con luz y taquígrafos, con ese procedimiento tan complicado.


¿Cómo ve Aragón ahora?


Lo veo bien. Creo que en Aragón se dan las circunstancias para que el territorio tire, aunque tiene problemas. El primero es la falta de población y su distribución en el territorio. Hay un centro muy grande y buena parte del resto está casi despoblado. Pero eso no es un problema solo de Aragón. Se espera que para 2050, el 70% de la población mundial esté viviendo a menos de 100 kilómetros de la costa. Los territorios interiores son muy complicados.


¿Y cuál tendría que ser su especialización, si es que tiene que tenerla?


Lo que voy a decir lo pienso para muchas cosas. Creo que el territorio tiene que especializarse. Y en Zaragoza, el mundo logístico, y lo que lleva asociado, es importante. Tenemos además la parte de montaña más importante de España.


¿Está bien enfocada la apuesta de impulsar el Pirineo con el esquí?


Creo que se está haciendo bien. El presidente Iglesias me decía que la población ha crecido ahí donde hay nieve. Y tiene razón. En el siglo XIV, en Bielsa, que es de donde vengo, había 5.000 habitantes, y hoy 500. Lo que le falta a ese valle del Cinca, al Sobrarbe en general, es la montaña, la nieve. Los valles que tienen estaciones de esquí funcionan mucho mejor. Creo que Aramón lo está haciendo bastante bien. El problema de las estaciones de esquí es que los hierros no dan dinero.


¿Y Teruel?


Teruel es muy complicado. Sé que lo que voy a decir no es políticamente correcto, pero Teruel soporta la población que soporta. Y no más. Que quede claro que me parece bien, pero es un dinero que tiene poca rentabilidad. El problema es que la riqueza la crea la actividad económica y ahora no tienen recursos naturales potentes. En mi modesta opinión, voluntariamente, sin ayudas, nadie irá a montar nada relevante. Sí se podrán montar actuaciones en las que no importe el territorio. Y voy a decir más inconveniencias. Si hay que montar una central hidroeléctrica o una central nuclear, Teruel puede ser un territorio útil para eso. No me imagino a un privado en serio que vaya a montar ahí una industria potente, pero igual estoy totalmente equivocado.


Esto justifica más que sea un territorio con más apoyo público.


Sí, no tengo ninguna duda. La solidaridad es un valor en sí mismo.


Y luego hay temas muy sorpresivos. Para mí, Motorland ha sido una sorpresa inmensa. El Gobierno de Aragón ha hecho algunas cosas osadas pero acertadas. Hablo de esto, también del modelo Plaza. Hay que tener visión de futuro para montar el polígono de logística más grande de Europa.


El agua y Aragón están muy unidos. No fue una casualidad que la exposición fuera sobre agua y la concienciación social.


Aragón, como tiene ese territorio tan desequilibrado, tiene agua en los montes y sequía en el valle. Desde Joaquín Costa, e incluso antes, ya se comprobó que no se podía vivir si no había agua en el territorio.


¿Qué le pareció el proyecto de Gran Scala?


Lo vi un sueño imposible.


¿En ningún momento llegó a creérselo?


No. Con ese tamaño, nunca.


Los políticos sí se lo creyeron. No tuvieron ningún problema en poner a su disposición el Pignatelli


Bueno, creo que no se lo llegaron a creer. Pero si llegan y les dicen que van a montar un negocio que va a ser muy rentable, pues -a no ser que sea algo ilícito- todo sea bienvenido. En este país hace falta simplificar los permisos administrativos. Yo también les habría recibido así, aun sabiendo que aquello igual no sale. Lo que no haría sería poner dinero por delante. Y que yo sepa el Gobierno no ha puesto dinero.


Usted ya tiene 66 años, ¿tiene en sus planes la jubiliación?


Sí, sí. Me quiero dedicar a temas de cooperación, en lo que yo sé. Tenemos 1.000 millones de ciudadanos en el mundo sin agua. Y tenemos más de 2.500 millones con saneamientos que producen enfermedades. Lo más insostenible no es el tema ambiental ni nada parecido, es el reparto de la renta en el mundo. Hay que meter 200.000 millones de dólares durante 10 años para poder crear las infraestructuras que arreglen el problema del agua en el mundo.