Tercer Milenio

En colaboración con ITA

DESPOBLACIÓN

Más de cien pueblos aragoneses pueden desaparecer en cuestión de décadas

Los expertos avisan de que muchos núcleos ya están condenados aunque se intente frenar su despoblación.

Una vista de Balconchán, en la comarca de Campo de Daroca.
Más de cien pueblos aragoneses pueden desaparecer en cuestión de décadas
HERALDO

Cada pueblo es un mundo y los tiempos que maneja la demografía son más largos de lo habitual, pero en Aragón hay más de cien municipios que presentan un alto riesgo de desaparecer en unas décadas. Los expertos avisan de que, aunque se tomen medidas para frenar su despoblación, muchas localidades de la Comunidad ya están condenadas a quedarse sin vecinos.

Los datos son elocuentes. Según las últimas cifras de población, en Aragón hay actualmente 61 municipios que no llegan a los 50 habitantes. Además, otras 16 localidades que tienen entre 50 y 100 vecinos han perdido como mínimo la mitad de su población en los últimos 25 años, lo que permite predecir que en los próximos lustros también bajarán del medio centenar de personas.

A ese grupo de alto riesgo se le pueden añadir otra decena más de poblaciones con entre 50 y 100 vecinos que cuentan con menos de tres mujeres en la edad más habitual para tener hijos -entre los 20 y los 40 años-. No obstante, hay que tener en cuenta que la cifra de habitantes reales casi siempre está muy por debajo de la que indican los datos del padrón, por lo que con toda seguridad en Aragón hay más de un centenar de municipios que pueden despoblarse a corto o medio plazo.

"El sentir generalizado es que para muchos municipios ya es tarde -explica la gerente de la Asociación para el Desarrollo y Fomento de las Cinco Villas, Maite González-. Son pueblos que están en la UVI y es muy difícil recuperarlos, tendrían que instalarse en ellos tres o cuatro nuevas familias y eso es muy complicado".

El sociólogo Carlos Gómez Bahillo, profesor de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Zaragoza, recuerda además que gran parte de esas poblaciones "están muertas de desde hace décadas". "No hay que mirar solo el número de vecinos o el descenso de población que han tenido en los últimos años -comenta-. Un indicador muy claro es el número de mujeres fértiles que residen en ellos, y en muchos pueblos de Aragón ya hace mucho que no hay relevo generacional".

Gómez Bahillo coincide en que tratar de evitar la despoblación de parte de los pequeños municipios de la Comunidad sería "invertir dinero en un pozo sin fondo". "Al final lo que marca la diferencia entre los territorios que se vacían y los que prosperan son los recurso endógenos: el paisaje, la flora, la fauna... -señala este sociólogo-. Por mucho que las administraciones metan dinero en las zonas más desfavorecidas, es muy difícil invertir esa selección que hace la propia naturaleza".

En cualquier caso, el gerente del Grupo de Desarrollo Local Bajo Aragón-Matarraña (Omezyma), Joaquín Lorenzo, insiste en que quien debe liderar las iniciativas para tratar de frenar la despoblación son los propios municipios. "Cada ayuntamiento debe estudiar sus circunstancias y buscar las soluciones que más se adapten a sus necesidades -recomienda-. Lo importante es que haya una verdadera voluntad de hacer cosas y que se acuda a alguna de las entidades e instituciones que tienen experiencia en los proyectos de repoblación".

Paradójicamente, otra cuestión en la que coinciden los especialistas es el hecho de que, pese a estar perdiendo habitantes, los municipios aragoneses cuentan con mejores servicios que nunca. "Lógicamente, no se pueden comparar con los de una ciudad, pero que nadie piense que hoy en día los pueblos se caen de viejos", destaca González.

En cuanto al papel que pueden desempeñar las administraciones, los gerentes de Adefo Cinco Villas y Omezyma y Gómez Bahillo apuntan a la ausencia de una política coordinada de lucha contra la despoblación. "Existen distintos programas y proyectos que están ayudando, pero cada uno va por su cuenta", dice Lorenzo. "A los políticos les cuesta poner en marcha políticas a medio o largo plazo porque eso les exige coherencia", comenta por su parte el sociólogo de la Universidad de Zaragoza, quien no obstante considera que no hay que lanzar un mensaje catastrofista. "Aragón es muy extenso y la despoblación ha existido siempre -dice-. Hay que trabajar para ayudar a las zonas con posibilidades, pero otras se quedarán sin habitantes siguiendo la ley de Darwin".