SALUD

Los ostomizados de Aragón promueven su asociación en el año contra el cáncer de colon

Su única sede está en Zaragoza. Sus miembros se reúnen dos veces por semana para ayudarse a superar el día a día de la enfermedad.

Hace 20 años Roza Aznar sufrió una ostomía. Al salir del hospital pensó que era la única en esa situación. "Pasé muchos años de depresión en depresión", cuenta. Pero en 1998 una enfermera llamada Pilar Lerín le presentó a otros pacientes en la misma situación. Así surgió la Asociación de Ostomizados de Aragón (ADO), que desde su sede en Zaragoza (c/ Cervantes 45) lucha por ayudar a personas que sufren una de las peores consecuencias del cáncer de colon en Aragón.

 

En 2009 han organizado muchas actividades para recordar que este es el año contra esa enfermedad, que tiene el mayor porcentaje de mortalidad uniendo a hombres y mujeres. Este cáncer no tiene síntomas definidos, ni métodos de prevención. Solo los controles frecuentes pueden ayudar a detectarlo y así curarlo con mayores probabilidades de éxito.

 

Según María Isabel Molinos, vicepresidenta de la asociación, el gran problema al que se enfrentan es la desinformación. "Para que los pacientes se enteren que existimos constantemente visitamos los hospitales y llevamos folletos para los pacientes", afirma.

 

En la asociación todos son voluntarios y cuentan ya con 320 socios, cuyas ayudas y algún donativo financian los gastos. "Damos 1.200 asistencias cada año y nos reunimos todos los martes y jueves en nuestra sede", dice Milagros Arizcuren, presidenta de ADO. Esos días cualquier persona que haya sufrido una ostomía puede visitarlos: allí se le informará sobre cómo deben cuidarse, qué pueden y qué no pueden comer o hacer.

 

El mes pasado celebraron el día mundial de los ostomizados, organizando diferentes actividades en coordinación con otras asociaciones similares de España. En Aragón no hay nada parecido. "Ayudar a que otros no pasen por lo que yo pasé", dice Rosa, es la tarea principal. "Aunque siempre es necesario el apoyo de la familia", dice María Isabel. Antes, ella era profesora. Hoy se dedica por completo a ayudar a los pacientes de la asociación.

 

"Yo me enteré por mis hijas, que son enfermeras. Cuando fue mi operación, se informaron y me sugirieron ir", afirma. Como los demás, ella también salió perdida del hospital. Por eso, la tarea de ADO comienza cuando un paciente es dado de alta. "Hay que tener mucho tacto, responder sus preguntas, no abalanzarse con más cosas porque ya han tenido mucho", comenta Rosa. Después se le invita a visitar la sede.

 

En ADO cuentan con dos enfermeras para la parte médica y reuniones para ayudar a acostumbrarse a la nueva vida. Para Rosa Aznar, el mayor cambio ha sido en el aspecto físico. "Por lo demás, hay que cambiar hábitos como los alimenticios, pero cada uno se adapta", dice. A Mariano Durán, uno de los socios, lo operaron hace siete años. "Pensaba que no iba a poder ir a mi casa en la playa -dice-, pero desde que me acostumbré, no salgo del agua".