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Las familias aragonesas de acogida sobreviven a la crisis

En Aragón existen 80 núcleos familiares asociados a la red de acogida temporal, pero solo la mitad están disponibles a día de hoy. Unos 200 menores al año se alojan en hogares de este tipo.

Familia de acogida aragonesa
Las familias de acogida sobreviven a la crisis pero caen las de niños bielorrusos
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Luchan porque la crisis económica no se lleve por delante el futuro de cientos de niños, pero no es fácil. La red de familias de acogida aragonesa, centralizada a través de la Asociación de Acogimientos Familiares de Aragón, ADAFA, trata de mantener el alto nivel alcanzado durante años en la atención de menores con dificultades.


El colectivo cuenta en la actualidad con unas ochenta familias asociadas pero, como reconoce su presidenta, Marta Vázquez, solo entre 30 y 50 pueden realmente hacerse cargo de un niño a día de hoy, ya que «las circunstancias impiden a algunos padres» prestar este servicio.


Unos 200 niños son acogidos cada año en Aragón, algunos con su familia extensa, otros en familia ajena y otros en acogimiento preadoptivo. En ADAFA reciben a todo tipo de menores, «desde la madre que tiene que viajar a otra ciudad a realizar un trámite administrativo y nos deja al niño, hasta casos más graves, como los relacionados con el consumo de drogas, o la desatención» de los padres biológicos, señala Vázquez.


En este sentido, la premisa es clara: «Es preferible que vayan a una familia, aunque sea durante unas horas, antes que a un centro», apunta la presidenta del colectivo. Para ello, las familias interesadas en colaborar realizan un cursillo de formación –se ofrecen entre dos y tres al año- y una valoración final. La intención es que exista la mayor variedad de familias, para que a cada niño se le pueda ubicar en la más idónea.


Por ello, tienen cabida las de cualquier edad, monoparentales o parejas del mismo sexo. Marta Vázquez valora las acciones de información y promoción que está llevando a cabo la Cruz Roja en la comunidad, y que están despertando el interés de más personas para este tipo de atención.


Por el cuidado de los menores, el Gobierno de Aragón aporta una cantidad cercana a los 300 euros por niño y mes, que cubre, en parte, los gastos derivados de la manutención. «La gente no sabe si es capaz de acoger a niños hasta que no lo prueba», señala Vázquez, quien cuenta en su haber con más de 40 menores atendidos. «Te alegras cuando ves que se ha encontrado una salida feliz para el niño, y en realidad, recibimos más de lo que damos», sentencia.

1.200 niños bielorrusos menos en toda España

Peor es el presente de los colectivos que reciben cada verano a miles de niños llegados del extranjero para pasar el verano en España, con el fin de mejorar su salud, tanto física como mental, y poder disfrutar de unas vacaciones con familias españolas. Las dificultades económicas y las trabas en alguno de los países de origen están poniendo en jaque a buena parte de este tipo de iniciativas.


Como explica la presidenta de la asociación Sonrisas Solidarias de Aragón, Pilar Marín, que lleva ocho años acercando a niños bielorrusos a la comunidad, unos 1.200 niños menos llegarán a España este verano procedentes del país del este de Europa. «La crisis se nota y hay padres que no ya no pueden», señala.


En su asociación cuentan este año con ocho familias acogedoras, cuatro menos que en 2010. «Algunas se han quedado en paro, y atender a un niño durante el verano cuesta unos 650 euros», apunta Marín. En julio recibirán a 9 menores y una monitora.


Aunque uno de los objetivos pasa por la mejora tanto física como psicológica de lo menores que llegan a la comunidad, la presidenta de Sonrisas Solidarias reconoce que «no se trata de fomentar que los niños vengan a España a vivir, sino ayudarles a ellos y a sus familias a que se hagan fuertes y puedan tener un futuro mejor».