REFORMA DE LAS CAJAS

La transformación de las cajas de ahorros preocupa a las entidades sociales aragonesas

En algunos casos, la subvención que aportan las cajas supone el 40% de los ingresos totales de algunos colectivos de la Comunidad.

La posible transformación de las cajas de ahorros en bancos, una medida que está en boca de todos aunque no se ha hecho aún efectiva, no es un tema que preocupe únicamente al sector económico. Cientos de entidades sociales aragonesas, de mayor o menor tamaño, se benefician de las ayudas que prestan las cajas a través de las obras sociales.


En ocasiones, esta aportación supone más del 40% de su presupuesto, como ocurre en el caso de la Coordinadora Aragonesa de Voluntariado, entidad que aglutina a decenas de socios, que también reciben ayudas individuales de las obras sociales. En otros casos, como en el Refugio, la ayuda supone un 15% de su presupuesto y supera con creces las partidas de la Administración que apenas alcanzan el 4%.


«La crisis ha provocado que las administraciones públicas hayan recortado mucho sus ayudas, lo que hace que las obras sociales se conviertan en el sostén de muchas iniciativas. Su importancia es clave, y sería un gran error que desaparecieran», aclara José Antonio Bes, secretario de Cermi-Aragón.


En algunos casos, las ayudas que han recibido entidades sociales y oenegés han sido tan importantes que «sin ellas no hubiéramos podido sacar adelante muchos proyectos», según apunta Ramón Álvarez, gerente de Feaps, que agrupa a la práctica totalidad de las entidades que tratan a las personas con discapacidad intelectual de Aragón. En los diez últimos años han recibido más de 7,5 millones de euros para equipamientos y nuevas construcciones, ayudas provenientes «en un alto» porcentaje de Ibercaja y CAI.


Hasta hace un par de años, las aportaciones de la obra social de las cajas se diversificaban hacia temas relacionados con el medio ambiente, el patrimonio, la investigación, la cultura o la educación, pero, actualmente, donde más se incide es en los aspectos sociales.


«Como consecuencia del paro y la crisis económica es importante atender las necesidades de las personas que más ayuda necesitan y sensibilizarnos con ellos. Nuestro principal esfuerzo es mejorar la formación de los futuros empleados y apostar por la educación infantil, para evitar el fracaso escolar y que la gente pueda labrarse un buen futuro», indica Teresa Fernández, directora de la Obra Social de Ibercaja. Esta entidad destinó 38 millones de euros a proyectos repartidos por todo el territorio español, y de esta cantidad el 32% fue a parar al área de asistencia social y sanitaria.


En algunos casos, las entidades financieras gestionan sus propios proyectos, pero la mayoría de las veces participan en convenios de colaboración con otras entidades.


«Esta forma de intervención nos permite mejorar la eficiencia de los recursos repartidos, conocer de forma más cercana las necesidades reales de la sociedad y facilitar una mayor flexibilidad en el presupuesto», aclara María González, directora de la Obra Social de Caja Inmaculada, entidad que dedica el 75% del presupuesto de su obra social a proyectos de colaboración con casi 600 entidades. En 2010, destinaron a asistencia 7 millones de los 15 de la obra social.


Colaboraciones puntuales


Entre las entidades colaboradoras se encuentra el grupo Rey Ardid, que atiende a 9.500 personas y que en 2010 recibió de las obras sociales más de 286.000 euros. O la Fundación Federico Ozanam. Esta última se encarga de gestionar el programa 'Caixa Proinfancia', de la Fundación La Caixa, que destina dos millones de euros anuales para ayudar a niños y familias aragonesas. El año pasado, el presupuesto en Aragón fue de 12,8 millones y más de la mitad se destinaron a obra social.


En otros casos la ayuda de las cajas no es tan abultada en el global del presupuesto. Es el caso de Cáritas, que de los 4,5 millones de euros destinados en 2010 a acción social, unos 80.000 procedían de las cajas de ahorro.


En Aragón son Ibercaja, CAI y La Caixa las entidades que más dinero destinan a obra social, pero hay otros ejemplos como Caja Madrid, Caja Navarra (destinó casi un millón de euros) o Catalunya Caixa, 36.000 euros.


Además con algunas subvenciones se desarrollan acciones fuera de España. Por ejemplo, las intervenciones de Cruz Roja en países como Haití. Por eso muchas cajas tienen cuentas abiertas para recoger las aportaciones de particulares.


«La obra social ha sido, es y será fundamental para el desarrollo de las entidades sociales. Además, es patrimonio de todos los aragoneses, no solo de las personas con necesidades. Estamos cabreados con el silencio del Gobierno aragonés y pedimos que las defiendan con uñas y dientes», concluye José María López, presidente de Disminuidos Psíquicos Las Fuentes (Adislaf).