RECAUDACIÓN

La tasa de juego renta 32 millones con las tragaperras y 1,7 del Casino

La crisis reduce los beneficios en la sala de Zaragoza, aunque el traslado desde Alfajarín en 2002 hizo que el negocio se triplicara.

El Casino de Montesblancos en Alfajarín se cerró en 2002.
La tasa de juego renta 32 millones con las tragaperras y 1,7 del Casino
HERALDO

El juego en las mesas de un casino es un gasto prescindible cuando llega la crisis, pero la tasa que generan las máquinas recreativas o tragaperras se mantiene en la recaudación del Gobierno de Aragón. Esa conclusión ofrecen los datos de la consejería de Economía, de los que se deduce que los bares, bingos y casinos aragoneses se han resistido a reducir el número de las máquinas, que tributan por el modelo utilizado (unas preprogramadas y otras de azar).

Aunque hayan bajado las recaudaciones de las tragaperras para los hosteleros o empresarios, en los últimos cuatro años las arcas de la DGA recaudan en torno a los 32 millones de euros (en 2006, se recibieron 32,6 millones de euros; en 2007 se subió hasta los 33,8; bajó en 2008 a los 32,4; el año pasado, 31,7; y este ejercicio está previsto obtener 32,4).

El único negocio activo de los casinos abiertos en Aragón en esta década es el de Zaragoza, ubicado en el hotel Palafox desde julio de 2002. La ley del juego del Gobierno aragonés permitió trasladar el permiso del Casino de Montesblancos en Alfajarín a la capital aragonesa, e instalar otros por temporadas en zonas turísticas, lo que provocó que se abrieran dos en el Pirineo.

Fuentes de la DGA reconocieron que el único que permanece abierto es el Casino de Zaragoza, porque los dos del Pirineo cerraron al tiempo que la crisis barría a los constructoras promotoras. Uno se abrió en el Balneario de Panticosa, un lugar histórico donde siempre existía esta sala de juego, y la Administración autonómica tiene concedida una baja temporal por nueve meses. Ese plazo coincidió con la presentación del concurso de acreedores por Nozaleda, y ahora se encuentra en trámite de prorrogarla.

Mientras tanto, el Casino de Badaguás, la urbanización situada en las proximidades de Jaca, está de baja desde el 31 de diciembre de 2008, al tiempo que la constructora Martinsa-Fadesa ya había presentado seis meses antes la suspensión de pagos.

Comar aumentó los beneficios

De cualquier modo, la empresa gallega Comar resucitó el negocio del casino con el traslado desde Alfajarín, donde la sociedad tuvo un final envuelto en una quiebra, hasta el centro de Zaragoza. Solo en la mitad del 2002, porque se inauguró en julio, Comar generó una tasa de juego de 1,1 millones, una cifra que no se alcanzaba desde 1994. Los años dulces, cuando aumentó el negocio del casino, fueron desde 2003 hasta 2007 cuando se recaudaron 2,8 millones (2003), 3,4 (2004), 3,6 (2005), 3,3 (2006) y 2,9 (2007). La crisis inmobiliaria asomó en 2008, con un bajón hasta 2,1 en la tasa de juego. El año pasado se quedó en 1,7 y en la mitad de este ejercicio apenas se llegó a 507.000 euros.

"El juego es muy sensible a la crisis porque es un gasto que no es imprescindible, aunque, si hay un repunte económico, también se nota y sube. La tasa del casino es progresiva en función de los ingresos, muy distinto de las máquinas recreativas, que se pagan por tenerlas instaladas", explica Ángel Forján, responsable de Casino de Zaragoza.

El póquer y los universitarios

Los torneos de partidas de póquer han reactivado y rejuvenecido el público del casino, porque suelen ir a ellos jóvenes universitarios con sus amigos y llenan la sala de juego.

Los clientes habituales suelen ser hombres que sobrepasan los 40 años y prefieren ir los fines de semana. Entre los jugadores aficionados destacan los ciudadanos chinos. "La crisis afecta más que el juego por internet. Además, hay gente que sale desplumada jugando al póquer 'online' contra otros jugadores que hacen trampas comunicándose con el messenger", explica Forján.

Comar, la empresa que gestiona el Casino de Zaragoza, avaló la deuda tributaria acumulada por sus antecesores en Alfajarín. Y notó la diferencia de no estar a 17 kilómetros de la ciudad. No teme a Gran Scala, a 70 kilómetros, "si no supone competencia desleal. Podría generar sinergias".