"Compartir vehículo supone un ahorro económico, pero también de emisiones de CO2"

Uno de los impulsores de a popular aplicación que permite poner en contacto a particulares para viajar juntos ha visitado Huesca.

Vicente Rosso, uno de los creadores de BlaBlaCar
Vicente Rosso, uno de los creadores de BlaBlaCar
R. C.

Compartir vehículo durante un viaje con un desconocido para reducir gastos o cubrir una ruta a la que los transportes públicos no llegan, hace tiempo que se resume en una palabra 'BlaBlaCar'. Este término, convertido ya en concepto, nació en Francia y fue acuñado por la empresa del mismo nombre que se desarrolló a través de una aplicación para móviles, ha conseguido hacer de la colaboración entre particulares un negocio que ya cuenta en España con casi dos millones y medio de usuarios.


Vicente Rosso fue uno de sus fundadores, encargado de su expansión en la Península Ibérica, y estuvo este jueves en la Facultad de Empresa del campus oscense de la Universidad de Zaragoza para hablar de economía colaborativa, dentro de un curso sobre este tema impartido por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.


La mesa redonda en la que interviene trata sobre economía colaborativa, de la que 'BlaBlaCar' es casi un paradigma. Este concepto, el de compartir para sacar beneficios, se desarrolla con fuerza en tiempos de crisis pero ¿tiene hueco también tras esa recuperación que muchos califican de cercana?


El cambio de chip que permite adaptarnos a una economía colaborativa es más complicado hacerlo en una época en la que los recursos y las posibilidades son abundantes. El tiempo de crisis nos sirve para cambiar y también para aprender, y aunque son momentos complicados, tenemos que salir reforzados y con las enseñanzas que nos aportan estas nuevas fórmulas.


Por tanto, ¿qué futuro le espera a la compañía?


Creo que 'BlaBlaCar' tiene unas posibilidades de internacionalización muy grande, viendo las cifras en las que se está moviendo. No quiero decir que vaya a ser fácil, porque hay que explicar lo que aporta, transmitir a los posibles usuarios que tiene un gran potencial social, que permite conocer gente e intercambiar culturas, y también un ahorro económico y en la emisión del CO2.


Ese es un punto a veces olvidado, el de que ayuda a reducir la contaminación, ¿no cree?


Si, nunca nos acordamos de eso, pero vemos que en Europa cada día hay cada 500 millones de asientos en vehículos que quedan desocupados, y esto es una situación absurda que debe cambiar.


¿Como surgió la idea de crear 'BlaBlaCar'?


Nació del sentido común, de la observación, de que hay muchos coches ocupados solo por una persona, mientras los transportes públicos no están siempre disponibles. Nos dimos cuenta de que existía la posibilidad de paliar esa necesidad o esa demanda de personas que quieren viajar y no pueden hacerlo porque no hay suficiente oferta.


Pero de allí a convertirse en una realidad con casi 20 millones de usuarios...


Empezó con un piloto, que vimos que poco a poco iba funcionando, y aunque los primeros pasos son siempre lentos, porque hay pocos usuarios, en dos o tres años empezamos a ver que tenía un interés y poco a poco se fue sumando más gente. En situaciones puntuales, como la del volcán islandés que obligó a cerrar el tráfico aéreo, fue cuando nos dimos cuenta de que miles de personas recurrieron a un sistema como el nuestro, y nos permitió despegar, ver que a la gente le gustaba.


¿Cómo se consigue convertir un servicio como el de poner en contacto a la gente en una marca e incluso un concepto?


Hemos escuchado los consejos y las necesidades de la gente, de los usuarios. Hemos conseguido hacer más fácil su vida y resolver sus problemas, es la manera de convertir esto en un concepto. Nos alegra mucho ver como en dos o tres años hemos conseguido crear de la nada una marca, y estamos muy satisfecho de ellos.


¿En qué momento consideraron que habían logrado eso?


Todo depende de los países. Francia lleva como tres años de ventaja respecto a España y Portugal, pero hasta el quinto año no empezó a consolidarse, aquí fue a los dos o tres.


¿Y de ahí a convertirlo en un negocio?


Nuestro beneficio reside en que cada vez que un pasajero se pone en contacto con un conductor debe pagar una pequeña tasa con antelación, es una comisión de puesta en contacto electrónico, para poder facilitar los contactos de las otras personas.


Pero existe la posibilidad de que los usuarios se pongan en contacto paralelamente, eludiendo esos pagos.


Sí, existe esa opción, porque es a lo que te expone el mundo digital, pero de ahí nacimos y también debemos convivir con ello.


¿Se contempla de diferente manera 'BlaBlaCar' en función del país donde opere?


Desde el punto de vista legislativo, hay países como Inglaterra, que proporcionan, empujan y apoyan a la economía colaborativa, porque se ve como una forma de desarrollo. Pero en otros países del sur de Europa se usa mucho, con mucha acogida por parte del público, pero con un gran vacío en el tema legislativo, en que cuesta más asumir que tenga un efecto positivo.


¿Y a nivel de usuarios?


También hay diferencias. Por ejemplo, España es uno de los países en los que más espíritu colaborativo hay, por lo que he podido comprobar.

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