​La odisea de trasladar el expediente universitario

Cambiar de comunidad puede acarrear una enorme cantidad de trámites para convalidar asignaturas.

Un grupo de alumnos en una clase del Centro Universitario de Lenguas Modernas.
La Universidad de Zaragoza amplía su oferta linguística con un nuevo curso de inglés
José Miguel Marco

Resulta curioso que asignaturas troncales como Inglés o Lengua realizadas en el campus oscense de la Universidad de Zaragoza no puedan convalidarse al trasladar el expediente a cualquier universidad dentro de España. Con esa situación se encontró el oscense Pablo Gállego a la hora de mudarse a Cáceres, donde juega en el equipo de la localidad, el Cacereño, de Segunda B. “Yo había cursado tres años de Magisterio en Huesca y aunque fiché allí, para mí era prioritario no dejar la carrera y finalizar el último curso me faltaba”, explica Gállego, de 21 años.


Pero conseguir que su expediente pasara de la Universidad de Zaragoza a la de Extremadura sin perder asignaturas le ha supuesto un auténtico calvario de papeleos y trámites, en muchos casos infructíferos, que le han ralentizado enormemente en la consecución de sus estudios. “Solo me quedaba un año y el proyecto de fin de grado, pero finalmente tendré que repetir hasta cinco asignaturas durante este curso”, lamenta, lo que le supone pasar de poder estar graduado en diciembre a tener que hacerlo en junio del próximo año.


Y es que muchas de las asignaturas que tenía aprobadas no se han considerado así en la universidad extremeña. “Me parece muy injusto porque cuando un alumno cursa un Erasmus en otro país se le convalidan todas las asignaturas de manera casi automática, aunque no tengan mucho que ver con las que se imparten en España. En cambio, hay asignaturas de temario muy similar por no decir idéntico, como la lengua extranjera o española, que no querían darme como aprobadas, lo que demuestra que siguen un criterio totalmente arbitrario en estos aspectos”:


Después de muchas instancias y pagar una gran cantidad de tasas por convalidación, sumadas a las que implica el traslado y la nueva matrícula, Gállego consiguió que le constaran como aprobadas algunas de las materias, lo que le empuja a considerar que puede ser el afán recaudatorio el que lleve a los centros a poner tantos impedimentos. “Resulta frustrante esforzarte tanto -en su caso compagina las dobles sesiones de entrenamientos de su equipo con las clases-, para luego ver que ha sido para nada y tienes que volver a repetirlo”, dice el joven futbolista y futuro profesor, que se queja también de la falta de empatía que muestra una gran parte del profesorado con una situación así.


Es precisamente esta gran cantidad de trámites y su coste lo que frena a otra universitaria oscense, Belén Bravo, a cambiar la Universidad de Lérida por la de Zaragoza para seguir estudiando Derecho. “Lo primero es conseguir una plaza, ya que se reservan pocas para los traslados de expediente, y luego si no cuentas con 30 créditos aprobados no se te convalida ninguno, y de asignaturas como Derecho Civil catalán, ya me olvido”, explica.


En su caso, quiere cambiar de universidad para poder estar más cerca de su familia y de su trabajo en Huesca, que compagina con los estudios, después de matricularse en primero el pasado año en la ciudad catalana al no tener plaza en Zaragoza. “Trabajando en Huesca los fines de semana, estar en Lérida me supone mucho gasto, tanto de pagar alojamiento allí como de los continuos viajes”, explica, aunque teme que trasladar su expediente le suponga un gasto incluso mayor.

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