Mucha destreza y poca agua para el 30 aniversario

Cientos de personas acudieron ayer al descenso de navatas por el río Cinca, desde Laspuña hasta Aínsa. El escaso caudal complicó la labor de los navateros y una de embarcaciones no pudo completar el recorrido

Llegada de la primera navata a Aínsa tras pasar el puente, donde se arremolinaban decenas de visitantes.
Llegada de la primera navata a Aínsa tras pasar el puente, donde se arremolinaban decenas de visitantes

Dos de las tres navatas que salieron ayer desde Laspuña llegaron a Aínsa pasada la una de la tarde, tras recorrer los 11 kilómetros por el río Cinca. Solo una de ellas tuvo que abandonar a la altura de Labuerda, tras embarrancarse en una de las conocidas zonas conflictivas por la existencia de rasas (zonas de escasa profundidad). El poco caudal y el sobrepeso de las embarcaciones que se habían construido con nuevos maderos fueron las causas de las dificultades que se encontraron los navateros en este 30 aniversario de la recuperación del descenso, que se celebra en Sobrarbe cada tercer domingo de mayo.


Centenares de personas se acercaron hasta Laspuña para ver la salida de las tres navatas, formadas por dos trampos (dos tramos de troncos) y sobre las que navegaron cinco navateros en cada una de ellas. Mucho más público se concentró en el puente de Aínsa y en las orillas para ver la llegada, dos horas después de ponerse en marcha. Cinco minutos pasaban de la una de la tarde cuando apareció la primera de ellas, dirigida por José Antonio Murillo y Alba Betato, la única mujer navatera. A pesar de la rapidez con la que realizó el recorrido no fueron pocos los problemas que se encontraron, ya que embarrancaron hasta en tres ocasiones. "En el salto de Araguás, el caudal ha hecho que la navata se pusiera prácticamente vertical y varios hemos caído", relataba Betato. Entre ellos, el que llevaba el remo delantero pero "los que han quedado en la embarcación le han echado un brazo para que volviera a subir y coger la dirección".


Labuerda fue el punto más conflictivo y donde la segunda navata tuvo que desistir tras muchos intentos. Los nuevos troncos adquiridos para la construcción de esta barca llegados desde Irati (Navarra) no estaban del todo secos y eso ha supuesto un sobrepeso. "Los pinos no estaban bien sangrados y la sabia no había salido del todo por lo que pesaban demasiado", explicaba Tono Lavilla, otro navatero que recordaba que los trabajos de preparación habían sido más duros por ese motivo.


Entre el público que se congregó en el puente de Aínsa, Domingo Tomás, uno de los pocos navateros que quedan de oficio, esperaba la llegada de sus compañeros. "A pesar del poco caudal que lleva el río, este año el descenso ha sido más rápido que el pasado", recordaba cuando, de nuevo a su paso por Labuerda, algunas de ellas quedaban totalmente embarrancadas. "Cuando había que bajar la madera hasta Tortosa era el río quien decidía el día", explicó.


Varios puestos animaron la mañana en Aínsa con la venta de fotografías en blanco y negro de la exposición de Esther Naval en memoria del navatero fallecido José Pallaruelo. Y no faltó la marca ‘Feito en Laspuña’, con camisetas de diseños alusivos a las navatas.


La música del grupo Ixera acompañó durante el almuerzo en Laspuña y posteriormente en Aínsa. El concierto más emotivo se vivió el sábado con La Orquestina del Fabirol, que presentó su último disco Pedro Saputo justo antes de la celebración de la cena navatera con la asistencia de 130 personas. Por la mañana, un grupo de piragüistas de la zona descendieron el tramo que ayer surcaron sobre los troncos para reivindicar la navegabilidad de los ríos de Sobrarbe.