El equipaje ansotano de Sorolla

El Museo Sorolla de Madrid completa el conjunto de trajes ansotanos que adquirió el artista para pintar el panel aragonés de la Hispanic Society de Nueva York

Panel "La Jota", dedicado a Aragón en la Hispanic Society de Nueva York.
El equipaje ansotano del pintor Sorolla

La tradición y la riqueza del traje típico ansotano tienen en el Museo Sorolla de Madrid un nuevo fondo documental, al incrementarse recientemente la colección de trajes típicos españoles que adquirió en vida el pintor Joaquín Sorolla y Bastida. Al núcleo de textiles con los que ya contaba la institución se han unido los recientemente donados por una rama de sus descendientes.


Corría el año 1911 cuando Joaquín Sorolla recibió el encargo de la que sería la más ambiciosa empresa artística de su vida, pintar 14 grandes lienzos que representaran las diversidad de las regiones españolas. Ése era el deseo del hispanista americano Archer Milton Huntington, en su empeño vital de crear “un museo con alma española”, un gran centro de estudio y biblioteca que daría lugar a la Hispanic Society of America, en Nueva York. Así se crearon estas monumentales “Visiones de España” para decorar las paredes de la institución, entre las que se encuentra Aragón con una escena de fiesta de un grupo de ansotanos bailando en un paisaje pirenaico.


Sorolla, imbuido por el espíritu noventayochista, volvía la vista al folklore y a la tradición, pero más que de una España doliente, crea una foto fija colorista, viva e intensa de la historia de los pueblos con una exhaustiva representación de sus vestimentas. “Toda la España pintoresca va desapareciendo (…). Para ver a los campesinos de la huerta con zaragüelles hay que esperar una fiesta, pues eso es lo que hay que atrapar”, decía el pintor en una entrevista de la época. Emprendió así un arduo trabajo de ocho años, en los que además de recorrer el país se pertrechó de una gran colección de trajes típicos de todas las regiones para documentar a los tipos que plasmaría.


“Compraba cuando podía, porque él no adquiría cualquier traje del momento, buscaba cosas más antiguas, bien hechas y bien conservadas”, explica Blanca Pons-Sorolla, bisnieta del artista y autora del catálogo razonado de toda su obra, pendiente de publicación.


La estudiosa, nieta de María, la hija mayor de Sorolla, recuerda que en su casa “guardaban esta ropa con esmero”, y apunta “que la donación que hemos hecho mis hermanos y yo ha permitido completar algunos trajes que había en el museo”. Así, procedentes de Ansó hay una quincena de piezas, algunas de ellas muy singulares, como un juego completo de bautizo y un traje de confirmación.

Los dos viajes a Ansó

Diciembre de 2011, en Park Avenue de Nueva York. Entre las lujosas boutiques de la mítica avenida que atraviesa Manhattan se empieza a escuchar la jota “Que la nieve ardía”. Leen bien. La puerta entreabierta del Queens Sofía Spanish Institute deja escapar los acordes de la tradición del país, fondo musical de la muestra “Joaquín Sorolla y la gloria del vestido español”. Hasta aquella exposición viajaron algunas de estas joyas del Museo Sorolla, entre ellas, sendos trajes de confirmación y de novia que posee la institución.


Aquella muestra quería dar cuenta al público estadounidense de esta riqueza de los atuendos típicos españoles y de los estudios que Sorolla había hecho de ellos en su trabajo para la Hispanic.


Pero el interés de esta colección textil aún es mayor por la cantidad de bocetos y apuntes que la acompañan. En el que caso de Ansó, donde Sorolla fue acompañado por el fotógrafo afincado en Aragón Francisco de las Heras, especialmente ilustrativos resultan algunos documentos como el dibujo de una ansotana en el que el artista anota detalles y colores de las prendas, y hasta la cuenta del desembolso que tuvo que hacer por ellas, un total de 285 pesetas.


“Ansó es admirable para pintar personas así que cuando toque hacer estudios de Aragón, volveré para estudiarlo”, decía el valenciano en la correspondencia a su esposa Clotile. Esta fue la fascinación inicial que le produjo su primera incursión por el valle oscense en agosto de 1912, en un paréntesis de sus vacaciones en San Sebastián. Volvió al Pirineo aragonés en 1914 y se instaló junto a su familia en Jaca, desde donde viajó a Ansó, y donde ejecutó el lienzo “La Jota”. Una estancia que acabaría creando otros vínculos con la villa: “Sorolla tenía que pintar ese verano el lienzo de Aragón y el de los tipos del valle del Roncal, y le pidió a su hija María si se podía casar allí”, dice su bisnieta, lo que explica que el enlace de su hija primogénita tuviese lugar allí.


Con sus adquisiciones y sus pinturas, Sorolla crea una foto fija del tipismo español en un momento en el que “no se conocían los trajes tradicionales. Hay que pensar que para Sorolla resultaban tan raros como para un extranjero que ahora viene a España”, explica la conservadora del Museo Sorolla, Covadonga Pitarch. Una codificación de los trajes típicos que se hace a lo largo del pasado siglo, si bien estas joyas de la memoria de los pueblos aún encierran “belleza y muchas sorpresas”, por lo que, previa cita, la institución las pone a disposición de todos los estudiosos.