La Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) denegaba el mes pasado la petición de autorización para reabrir en el mismo lugar el camping de Castejón de Sos –en el Alto Ésera-, después de la riada que se lo llevó aguas abajo en junio. El motivo: riesgo de inundabilidad por ser una zona “vulnerable”.

Ahora, el Ayuntamiento de Castejón de Sos estudia su reubicación en una parcela de 11 hectáreas y suelo de titularidad municipal, cercana a la anterior. “Estamos moviéndonos y ya tenemos encargado un estudio para ver si podría ser viable la recolocación del camping en esa parcela y nuestra pretensión es poder volverlo a poner en marcha cuanto antes”, cuenta el alcalde de la localidad, José Manuel Abad. “Todavía no podemos hablar de tiempos, porque por mucho que nos empeñemos, el visto bueno no depende de nosotros”, añade. En caso de volver a ponerse en marcha, la concesión se realizaría a través de una licitación o un concurso público.

“Las consecuencias de la riada han sido un golpe duro para la persona que lo ha llevado durante los 23 años que el camping ha tenido sus puertas abiertas, y también para el pueblo porque, lógicamente, ha repercutido en la calidad de vida”, explica el alcalde. Y es que desde verano, a Castejón de Sos le falta algo importante. “El sector hostelero está resentido, no es normal ver las terrazas vacías en verano o asomarte por la ventana y no ver tanto movimiento como antes. Se echa en falta al 100% porque su servicio significa tener a 300 o 400 personas más en el municipio en temporada alta”, explica Desiderio Rubio, quien regenta la panadería El Forno desde hace 22 años. Prácticamente los mismos que el camping. “Su reapertura corre muchísima prisa. Lo ideal sería que este verano ya se pudiese utilizar aunque solo fuese con los servicios básicos”, confiesa Rubio.

“La riada se llevó todo lo que tenía”

José Antonio Doz es la persona que durante los últimos 23 años se ha encargado de llevar las riendas del camping de Castejón de Sos. “Empecé yo solo en 1990, cuando solo era una acampada municipal y luego me busqué dos socios”, explica.

Es natural de Renanué, donde creció en el seno de una familia dedicada a la ganadería. Después, decidió mudar parte de su vida a Cerler donde empezó como profesor de esquí mientras regentaba un restaurante. “Pero no me veía entre cuatro paredes y decidí empezar con el camping. Los inicios fueron duros, porque no había dinero”, recuerda.

Doz ya alcanza la edad para jubilarse, pero asegura sentirse joven y con ganas de volver al camping en el caso de que fuera posible volver a cogerlo. Mientras espera, se entretiene dando algunas clases de esquí y está montando una hípica en Anciles que empezará a funcionar este verano con paseos en caballo, clases y travesías de varios días.

“A mí la riada se me lo llevó todo. No me quedan ni los recuerdos fotográficos porque el agua arrastró toda la recepción”, lamenta. “Soy quien se llevó la peor parte de todo la riada y todavía no he podido cobrar nada del seguro, aunque espero hacerlo pronto”, asegura Doz.