Montaña

El Pirineo, entrenamiento para una expedición de dos invidentes al Himalaya

También participan cuatro miembros de la Escuela Militar de Alta Montaña de Jaca, expertos en guiar a personas con discapacidad en la montaña.

Ambos montañeros en Ojos del Salado, durante una expedición anterior que realizaron
El Pirineo, campo de entrenamiento para una expedición de dos invidentes al Himalaya

Siete escaladores –dos de ellos con discapacidad visual, cuatro guías de la Escuela Militar de Montaña de Jaca, además de un voluntario– y ‘Un sueño sin barreras’: coronar el Muztagh Ata, en el Himalaya chino y a una altura de más de 7.500 metros. Comenzarán el ascenso el próximo 3 de agosto, en una expedición que espera que les lleve a la cima el día 23 del mismo mes, para regresar a España el 28. Estos días de atrás, los participantes en esta aventura se han concentrado en Jaca, con el fin de realizar en el Pirineo los entrenamientos previos al acenso. El lunes será el último día de preparación antes de enfrentarse a esta gran aventura.


“He pasado todo el invierno en el gimnasio entrenando”, asegura Ricardo García. Ricardo sufre una deficiencia que hace que su campo visual sea muy reducido y le impide además oír bien. Sus logros deportivos le han llevado a coronar desde ‘cuatromiles’ como el Toubkal, en Marruecos al Aconcagua, en Argentina, con sus cerca de 7.000 metros de altura, pasando por Kilimanjaro, (Tanzania, 5.895 metros), el Huaina Potosí (Bolivia, 6.088 metros) o el Ojos del Salado (Chile, 6.934 metros). “Solo me falta por alcanzar la cima de tres de las montañas más altas de los cinco continentes: el Everest, la Pirámide de Carstensz (la cima más alta de Oceanía) y el Vinson, en el Polo Sur”, relata el escalador.


El montañismo le gusta “por el compañerismo y la solidaridad que hay, más que la montaña, me gusta la gente con la que voy”. Y añade: “Es algo fundamental y más cuando participa en las expediciones una persona como yo, por lo que estoy súper agradecido. Y no me refiero solamente a la gente de mi equipo, sino a lo montañeros, en general, que te encuentras en los ascensos”. Cuando logra su objetivo siente, ante todo “la satisfacción de haber llegado. Después, piensas en el descenso y no es hasta que llegas al campamento base, cuando te das cuenta realmente de lo que has logrado”.


Un curriculum deportivo igual de envidiable es el que tiene consigo el madrileño Óscar Domínguez. Al igual que su compañero, su ceguera no le ha impedido pisar la cima del Kilimanjaro, el Aconcagua y los Ojos del Salado, junto a otros como el Panaricota (Bolivia, 6.348 metros), el Cotopaxi (Ecuador, 5.897 metros) o el Damavand (Irán, 5.671 metros). “Llevamos muchos años en la montaña y realizamos entrenamientos constantes, de tipo aeróbico, atletismo y bicicleta”, asegura Óscar.


Como explica, es fundamental saber previamente cómo puede reaccionar el cuerpo humano en alturas como las que experimentan en sus expediciones. Llegar a la cima supone para él, “satisfacción por el trabajo bien hecho”. “Para nosotros no se trata de un deporte competitivo, sino de un deporte social. Por eso nos gusta la montaña, porque todos los miembros de la expedición colaboran entre sí”, afirma Óscar. Se muestra encantado, además, de poder escalar en el Pirineo. “A pesar de que en Madrid tenemos cerca la sierra de Guadarrama, es todo un lujo para nosotros poder escalar por estas laderas empinadas”, asegura el deportista.

Las dificultades

Nuestro objetivo es hacer montaña y demostrar que dos personas invidentes pueden hacer algo que, en principio, parece que no van a ser capaces”, asegura Pedro Arceredillo, miembro del Grupo Militar de Alta Montaña de Jaca y uno de los encargados de guiar la expedición, junto a sus compañeros de la unidad de montaña: Pedro Expósito, Moisés Gómez y Manuel Rodríguez. Todos ellos son expertos en guiar a personas con discapacidad en la montaña.


Como explica Arceredillo, una de las mayores dificultades que encontraron a la hora de encarar este proyecto fue la financiación. La consiguieron, finalmente, gracias a la colaboración de las firmas MoviStar, Altus, Pandith y Aragón Aventura. Tienen el apoyo, además, del Grupo Militar de Alta Montaña al que pertenece, la asociación Medio Natural y Discapacidad y el club montañero Pradoluengo, de la localidad burgalesa de la que es originario Arceredillo, el guía voluntario Adolfo Ochoa y también Ricardo García, otro miembro de la expedición y con quien le une una gran amistad además de una vasta experiencia como montañero. “El entrenamiento lo estamos realizando día a día. Nos gusta mucho la montaña y ahora, conforme se acerca la fecha de partida, hemos intensificado más nuestras salidas. Juntos intentamos ver las capacidades de cada uno”, relata Arcederillo.