Solidaridad

La iniciativa solidaria 'cafés pendientes' llega a Huesca

Las personas sin recursos pueden beneficiarse de esta tradición venida de Italia.

Estefanía Castán, camarera del bar La Fábrica de Huesca, ante la pizarra de cafés pendientes
Los 'cafés pendientes' llegan a Huesca
J. S.

“¿Qué es esto de los cafés pendientes?”, preguntan dos jóvenes ante la barra del bar La Fábrica de Huesca. Es ni más ni menos que una bonita tradición venida de Italia y más concretamente, de Nápoles. De esta forma, los clientes, cuando van a pagar su consumición pueden dejar pagado, además uno o todos los cafés que deseen. ¿Quién los disfrutará? No se sabe. Quedan disponibles para todo aquel que lo solicite. Una costumbre que llega a España, precisamente, cuando cada vez hay más personas que no pueden permitirse siquiera este pequeño lujo cotidiano.


En esta cafetería de Huesca van anotando en una pizarra las consumiciones disponibles. Comenzaron, como explica una de sus camareras, Estefanía Castán, hace menos de una semana. “De momento, nuestros clientes han dejado pagados 32 cafés, de los cuales se han consumido ya ocho”, explica. Como asegura, la experiencia ha sido muy bien recibida en el barrio y desde el primer momento “ya estábamos apuntando cafés en la pizarra”. Los primeros beneficiarios de estos ‘cafés pendientes’ han sido así, como afirma la camarera, “personas sin recursos de esta zona que viven en la calle”. Estefanía espera, asimismo, que todo aquel que lo necesite “se anime y venga a que le sirvamos uno”. Cada café cuesta un euro y quien lo consume puede pedir, si lo prefiere, un dulce.


Esta iniciativa solidaria se desarrolla también con éxito desde hace unos días en una cafetería de Jaca y en otra de la localidad de Biescas. Ahora, son los oscenses la que la están descubriendo. “Me parece una gran iniciativa para ayudar a los más necesitados”, comenta Patricia, una joven oscense, “la había conocido a través de las redes sociales, sin saber bien de qué se trataba y ahora que he venido aquí a tomar un refresco, antes de irme, dejaré pagado un café”.


Si bien se trata de una tradición nacida hace más de un siglo en Nápoles, donde se conocen como ‘caffès sospesos’ ha sido en 2008 cuando ha resurgido de nuevo en el país transalpino con fines solidarios. Su práctica se ha extendido ya en varias ciudades españolas, como Barcelona, Madrid o Sevilla. Y ha cruzado también el Atlántico, para popularizarse en países como Argentina.