El deporte de aventura no entiende de discapacidad

El proyecto U-turn lleva a 12 personas con discapacidad a disfrutar del Pirineo.

El grupo, en una de sus excursiones.
El grupo, en una de sus excursiones.
Pedro Montaner

Tocó ponerse el neopreno, subirse al kayak o desafiar a las altas temperaturas en una caminata de diez kilómetros. Pero nada de esto detuvo a los 12 belgas que durante una semana han recorrido el entorno del parque de Ordesa, y han disfrutado de los diferentes deportes de aventura que allí se practican. Como denominador común, todos contaban con alguna discapacidad física, que hacía todavía más meritoria su aventura.

“Además del desafío personal que supone, se potencia también la cooperación y el trabajo conjunto, que hace que todos se hayan sentido útiles y capaces. Una persona en silla de ruedas se convertía así en los ojos de un invidente que se encargaba de empujarlo”, explica Els Van Haver, que se encargó de la coordinación de las actividades realizadas, que se englobaban dentro del proyecto U-Turn, enfocado a la organización de viajes de aventura por todo el mundo para personas con discapacidad. “Es como un giro de 180 grados –en referencia al nombre- de la concepción que podemos tener de sus opciones. Pueden hacerlo todo”, puntualiza Van Haver.

A destinos tan variados como Tenerife, Islandia, Marruecos o Chile se unía en esta ocasión el Pirineo aragonés y su nutrida oferta deportiva. Un barranco, varias rutas senderistas o una jornada de remo en el pantano de Mediano fueron algunas de las actividades de los intensos seis días, en los que se alojaron en diferentes campings de la zona.

“Me he sentido una persona normal”, decía con emoción tras llegar al final del barranco la benjamina del grupo, que a sus 24 años tenía problemas de movilidad al haber sufrido un accidente de tráfico. El más veterano estaba a punto de cumplir los 60, y sufría de ceguera. “Algunos vivían el primer viaje de este tipo, mientras que otros repetían ya de otras ocasiones y otros destinos”, relata la coordinadora, que asegura que todos coincidían al final de la estancia en haber ganado en confianza y autonomía. “Descubren que nada es imposible”.

La ayuda de los numerosos voluntarios –casi uno por participante-, entre los que había fisioterapeutas, enfermeros y cocineros, fue indispensable para poder realizar con garantías todo el programa, demostrando que con apoyo y voluntad no hay deporte que no se pueda practicar, sirviendo como ejemplo para otras personas con discapacidad que no se planteen intentarlo. “Existe una pista en la pradera de Ordesa adaptada, de apenas un kilómetro, pero nosotros quisimos realizar algunas rutas habituales, que no se presentan como adaptadas. Igual que el barranco, aunque escogimos uno de los de menor dificultad. Simplemente tardamos un poco más de tiempo en completarlo”, puntualiza Els Van Haver, que asegura que muchas veces solo es cuestión de agudizar el ingenio para ver la forma de hacer más asumible el reto.

Era la primera vez que Huesca se incluía entre los destinos del proyecto, aunque el buen resultado y la valoración positiva de sus participantes hace que los organizadores se planteen repetir. De hecho, hubo gente que solicitó participar y se quedó fuera al completarse las plazas. “Porque las opciones que presenta este territorio son difíciles de encontrar en otros lugares”, concluye Van Haver.

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