​Superación y constancia como queroseno para el corazón

Vicente de Antonio Villacampa narra en un libro su pasión por las aviación y su lucha para que una cardiopatía no le impidiera volar.

Vicente de Antonio Villacampa.
Vicente de Antonio Villacampa.

Con escasos dos años ya se asomaba a las ventanas para mirar al cielo cuando escuchaba el motor de un avión y a los cinco diseñaba sus propios modelos con papel, allá por el año 1950. Por eso, nadie en su familia dudó que la vida del oscense Vicente de Antonio Villacampa estaría ligada al cielo. Hasta que a los 13 años se le diagnosticó un problema cardiaco en la válvula Mitral que le impediría pasar los pertinentes reconocimientos médicos para conseguir volar.


Pudo esa circunstancia cortar sus alas, pero un carácter que él mismo define como “rebelde y testarudo” le permite ahora a sus 71 años firmar un libro en el que relata cómo no desistió en su pasión y llegó a obtener, años después, la licencia de Piloto de Vuelo a Vela e Instructor de Aviones Ultraligeros, que se presenta como toda una historia de superación y lucha por los sueños, que sirve de referencia e inspiración no solo para los aficionados al vuelo.


Así, pese a ese freno físico que suponían sus problemas cardiacos, logró llevar a cabo junto a otros cuatro compañeros de afición su primer pilotaje en un planeador clandestino que ellos mismos diseñaron y construyeron, a mediados de los años 60.


Juntos también crearon un pequeño aeródromo en la localidad de Alerre, a dónde llevaron el primer ultraligero que hubo en Aragón y que compraron entre todos. “Lo fuimos a recoger hasta Valencia”, narra todavía con entusiasmo, y asegura que todavía lo conservan. Cientos de vivencias impensables para aquellos primeros cardiólogos que le diagnosticaron cuando no era ni siquiera un adolescente.


De hecho, relata, que hace unos años, una compañía de seguros se fijó en su historia para hacerla protagonista de uno de sus spots televisivos, que lo convirtió en ejemplo de superación. “El anunció se emitió en muchos países y me llamaban de periódicos y televisiones de todo el mundo. Pero no es lo mismo contar tu historia que escribirla en un libro, ya que muchas veces puedes ser demasiado ñoño o caer en la vanidad”, confiesa.


'Alas rebeldes, corazón acorralado' es el título que ha elegido para el relato de su vida, porque nunca se resignó ni renunció a su sueño, argumenta. “En el libro hay muchas horas de vuelo, pero también de hospital”, explica Vicente de Antonio. De hecho, la historia comienza con su estancia en el Miguel Servet de Zaragoza, donde en 2006 se le implantó un desfibrilador automático.


Diez años después, esta intervención, sumada a otras dos en la válvula Mistral, ha hecho que no pueda pilotar definitivamente, ya que le han retirado la licencia, algo que asume con total resignación.


“Cuando llegas a cierta edad hay cosas que no puedes hacer. Ahora mismo me iría a volar, pero sé que sería un riesgo muy grande. A otros amigos míos les gustaba la montaña y ya no pueden subir, son cosas que hay que aceptar”, explica.


Respecto a la opción de poder volar pero sin ser él el que lleve los mandos, no le convence. “A todo el que llevas de acompañante les llama la atención el hecho de poder ver el paisaje desde arriba, pero a mí lo que me gusta es pilotar. Además, se sufre mucho porque piensas en cómo habrías hecho tú cada cosa”, dice. En el libro, define a la perfección su predilección por volar solo. “Yo quería a mi avión solo para mí, quería disfrutarla enteramente. Me sobraba esa amiga inseparable que tiene toda novia”.


Volviendo la vista atrás, tampoco lamenta que las circunstancias truncaran una posible carrera como profesional, ya que finalmente dedicó su vida laboral al trabajo de oficina, siempre sacando tiempo para su gran afición. “Conseguí ser piloto, que era mi sueño. Ahora hablo con otros amigos que realizan vuelos comerciales, y la verdad es que no les envidio, porque, salvando las distancias, acaba siendo como un conductor de autobús. Al margen de los aterrizajes y despegues, el resto es casi automático, y no disfrutan tanto”, asegura Vicente de Antonio.


Además de su dinámico relato, el libro se acompaña de un total de 173 fotografías que documentan a la perfección cada logro dentro de su vida, además de ilustrar todos esos aviones que mismo diseño e hizo volar, de manera casi autodidacta, como él mismo explica.


La tarea de recopilación de las imágenes ha sido quizás la parte más costosa dentro de los cuatro años de preparación del libro, ya que algunas de ellas proceden de grabaciones rodadas en Súper 8. Algunas tan llamativas como la que se ve el proceso de sacar por la ventana de un piso en la avenida Pirineos de Huesca el avión motorizado que allí construyó.


Este es el tercer libro que Vicente de Antonio firma, pues ya escribió en el año 1978 un libro de cuentos y, recientemente, en 2011, la biografía de José Garruz, ‘Soy analfabeto, señor’, del que se han vendido 12.000 ejemplares.


“Fue un señor con una vida muy interesante, ya que vivió dos guerras. Lo conocí en una residencia, por lo que me embarqué en la tarea de contarla en modo de novela”. Respecto a seguir encontrando una válvula de escape en la escritura, dice que por ahora descansará de esta otra pasión. “Llevo cuatro años, contando mi historia, ahora mismo me he quedado un poco vacío”, concluye.

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