Los trucos para sobrevivir en la montaña que seducen a los turistas

La actividad 'Supervivencia en familia' ha sido premiada como la mejor experiencia turística aragonesa.

Un niño talla madera en la realización de la actividad.
Actividad 'Supervivencia en familia', empresa Locura de Vida.
Locura de Vida

“Útil” es la palabra que más se repite en las valoraciones de los usuarios después de realizar la actividad 'Supervivencia en familia', que oferta la empresa altoaragonesa Locura de Vida. En ella se imparten una serie de conocimientos básicos a la hora de preparar una salida por la naturaleza y también para poder reaccionar de manera adecuada a posibles situaciones inesperadas al aire libre, enfocados a un público de todas las edades. Esa conjunción de diversión con tintes didácticos han permitido a la actividad proclamarse como mejor experiencia turística aragonesa. Un galardón que desde la empresa, con sede en la localidad de Ayerbe, toman con mucha alegría, considerándola como un reconocimiento a mucho trabajo.

Así lo valora Chus Montañés, gerente de Locura de Vida, que recogía el premio en la gala organizada por el Gobierno de Aragón para reconocer las mejores propuesta de ocio en la comunidad. En ella, el encargado de Vertebración del Territorio, Movilidad y Vivienda, José Luis Soro, destacaba que 'Supervivencia en familia' “enseña a amar y respetar la naturaleza haciéndonos autónomos y responsables”, como argumentos para haberse alzado por delante de las otras 24 finalistas.

Porque si por algo destaca la actividad vencedora es por ofrecer un plus respecto a otras propuestas al aire libre, el de aportar unas enseñanzas que pueden llegar incluso a ser vitales en otros momentos de la vida. Con un guión más o menos fijado, la marcha se divide en varios apartados, empezando por aquellos elementos indispensables antes de salir a la montaña, “hay una serie de cosas que hay que llevar siempre para que si nos ocurre algo, poder aguantar mejor, porque una simple torcedura de tobillo a 300 metros del coche puede suponer una situación complicada”, explica Montañés.

El agua y el fuego son otros elementos muy ligados a la supervivencia y que se trabajan durante la actividad, siendo los que más curiosidad despiertan en los más pequeños. “Transmitimos las nociones básicas para conseguir agua y filtrarla para que sea apta para el consumo, o cómo hacer fuego y mantenerlo”. También se dan enseñanzas de orientación, tanto por aspectos naturales o mediante una brújula. “Aprendemos también a construirnos una nosotros mismos”, añade la encargada de Locura de Vida, que aclara que el contenido se adapta en función de las necesidades y preferencias del propio grupo, “a los niños más pequeños les suele gustar más todo lo relacionado con el fuego, mientas que a los adolescentes, por ejemplo, tallar madera”. También implican variaciones otros aspectos como la meteorología

Todas las salidas se llevan a cabo en la ermita de Santa Marina de Loarre, en una zona de fácil acceso. “Se llega en coche y apenas se camina durante 200 metros, asumibles para todos, porque está claro que no venimos a sufrir”, dice Montañés, que ejerce también de monitora de la actividad, aunque su equipo se triplica en temporada alta, durante los meses de verano. “Si normalmente somos dos, en momentos puntuales llegamos a tener a seis personas”, comenta.

Porque durante los algo más de dos años que han pasado desde que empezaron a ofertar “Supervivencia en familia' han pasado por Locura de Vida familias de todos los puntos de España, pero también de la misma provincia de Huesca. “Tuvimos desde clientes andaluces a una familia de Plasencia del Monte, el pueblo de al lado”, puntualiza Montañés. Tampoco en el aspecto de la edad se dibuja un perfil claro. “Hemos tenido niños que iban en sillita”. Pero aconseja que sea a partir de los cinco o seis años cuando se lleve a los pequeños, ya que en edades más tempranas hay que enfocarlo como un juego para captar la atención.

No obstante, aseguran los promotores que los niños captan a la perfección las enseñanzas y se quedan con los conceptos aunque sean muy pequeños. “No hay una edad mínima en la que los niños corran el riesgo de perderse, por lo que no hay una edad realmente adecuada para aprender a manejarse”, comenta Montañés, apeando a su propia experiencia, cuando se extravió durante unas horas con apenas cuatro años.

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