“Cada vez acuden a nuestras terapias chicos más jóvenes”

En la Fundación Centro de Solidaridad Interdiocesana de Huesca se atendió a 140 personas con problemas de adicciones.

Equipo de profesionales del Centro de Solidaridad Interdiocesana de Huesca.
“Cada vez acuden a nuestras terapias chicos más jóvenes”
Centro de Solidaridad

Si hace un tiempo la atención a adolescentes que se llevaba a cabo en el centro de Solidaridad Interdiocesana de Huesca se centraba en una franja de edad entre los 15 y los 18, en los últimos años se ha modificado entre los 13 y 17, ya que el inicio entre los jóvenes del consumo de sustancias psicoestimulantes, alcohol y cannabis son cada vez más tempranas. Este fue uno de los datos más significativos que se desprendió de las memorias de este centro oscense, que en el 2016 atendió a 140 personas con problemas de adicciones. De estos, 62 recibieron el alta terapéutica. El dato supone un incremento notable respecto al año anterior, cuando fueron un centenar los casos.

“Se adelanta mucho la edad de inicio, sobre todo en el consumo de cannabis, ya que cada vez se percibe como una sustancia menos perjudicial. Se trata de una concepción errónea, asociada a los fines terapéuticos que se dice muchas veces que puede tener en ciertas dosis, por lo que resulta difícil desmitificar esta idea”, explica Elena Palacio, coordinadora de los programas que se llevan a cabo en el centro con respecto a ese descenso en la edad de inicio en el consumo de sustancias.

En total, fueron 26 los jóvenes en esta franja que en 2016 recurrieron a terapia. De los cuales, 25 fueron por adicción al cannabis y uno por adicción a otras sustancias. A ellos se sumaron 45 personas de entre 21 y 60 años con problemas de adicciones a la cocaína y el alcohol, y se dieron 17 casos con casos graves de drogodependencia.

En estas situaciones también se han producido variaciones en los que respecta a la forma de recurrir al centro para iniciar una terapia. “Entre 2010 y 2014 el 80% lo hacían por motivos judiciales, teniendo mucha presencia en centros penitenciarios”, explica Palacio. Ahora, enumera tres formas habituales de contacto por parte de la gente que asiste a sus terapias: la de familias que detectan un consumo, no fuerte y compulsivo, pero sí que quieren reconducir la conducta, la de aquellos que lo hacen por sanciones administrativas, ya que en algunos casos se da la opción de realizar una terapia en lugar de hacer el pago económico, o bien a través de las residencias, desde donde se derivan los casos detectados.

“Antes, la primera visita casi siempre estaba movida por la presión familiar. Ahora vienen solos, por iniciativa propia. De unos 23 años hasta los 34, mayoritariamente. En la crisis económica esto se incrementó, ya que no existía una capacidad económica como para sustentar una adicción, y se acababan contrayendo deudas”, relata la encargadas del centro y también terapeuta. También habla de cambios en el perfil de sus usuarios, con un aumento de mujeres, que por lo general siempre han sido menos, con una diferencia muy significativa.

Aunque las drogas y el alcohol son las adicciones más frecuentes, también se trataron 68 casos con otras diferentes, como la adicción al teléfono, a las compras, al sexo, a los videojuegos o las apuestas deportivas. “Las nuevas tecnologías dan lugar a conductas que antes no se daban. Además, en el último año casi no tuvimos casos de ludopatía, pero en cambio, en este 2017 ya llevamos un número significativo”, puntualiza Elena Palacio, que lamenta que únicamente haya en Zaragoza un centro dedicado a tratar específicamente este tipo de adicción, aunque desde Huesca también se intente dar cobertura a aquellos que no puedan desplazarse.

Por todo esto, una de las prioridades en el centro es la de la prevención, especialmente entre los más jóvenes. “Nos desplazamos por toda la provincia, requeridos por las entidades comarcales, para asistir a los centros educativos”, apunta la coordinadora, que señala a la presión de grupo y la toma de decisiones por uno mismo, como los temas más requeridos a la hora de dirigirse a los escolares. La prevención se extiende también a docentes y familias, participando en estos talleres en 2016 un total de 569 personas -337 madres, 202 padres y 30 profesores-.

El próximo año, la Fundación también se plantea nuevas estrategias de intervención social y nuevos programas y proyectos de prevención, con más presencia en las aulas universitarias. “Hemos tenido ya contactos con el decano para llevar a cabo un programa de intervención completo, con el alumnado de Ciencias de la Salud y el de Magisterio, porque es muy importante para nosotros que los universitarios se impliquen, ya no solo en aspectos centrados en la prevención de adicciones, sino con prácticas saludables en todos los sentidos de la vida”, dice.

El centro de Solidaridad Interdiocesana da cobertura a toda la provincia de Huesca, en un equipo multidisciplinar formado por dos psicólogos, un trabajador social y una alumna de prácticas en psicología, además de personal administrativo, y un nutrido grupo de voluntarios, la mayoría ligados al sector sanitario, que permite al resto del equipo desplazarse y dar cobertura prácticamente 24 horas a sus usuarios. “La financiación siempre es escasa, pero aún así intentamos dar cobertura a todo aquel que lo requiera, sin lista de espera e intentando aumentar cada día nuestro radio y atención”, concluye Palacio.

Este centro se creó en 1997 por los Obispos de Barbastro-Monzón, Huesca y Jaca, por iniciativa de Cáritas, siendo reconocida por el Gobierno de Aragón y con la notable experiencia del Proyecto Hombre en su labor preventiva y asistencial de las drogodependencias y nuevas adicciones.

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