Entrenando en la nieve para ser médico de rescate

Los futuros sanitarios de socorro en montaña hacen prácticas junto a la Guardia Civil para aprender a moverse en medios inhóspitos.

Los alumnos durante diversas prácticas realizadas estos días en la nieve
Los alumnos durante diversas prácticas realizadas estos días en la nieve
Cuemun

Las estaciones de esquí de Candanchú y Astún han sido el campo de entrenamiento esta semana de 19 médicos y enfermeros que están aprendiendo a realizar su trabajo en medios tan inhóspitos como una grieta y en situaciones tan extremas como una avalancha. Precisamente ese es el nombre del máster en Medicina de Urgencia en Montaña y Medios Inhóspitos de la Universidad Cámilo J. Cela de Madrid en el que están matriculados, una cantera de la que saldrán como sanitarios preparados para formar parte de las unidades medicalizadas de socorro alpino, prestar servicio en una estacion de esquí o apoyar las cada día más numerosas carreras en montaña.

Concretamente estos días se encuentran realizando el módulo de rescate invernal, a cargo de instructores del Centro de Adiestramientos Especiales en Montaña (CAEM) que tiene la Guardia Civil en Candanchú, considerada entre las cuatro mejores del mundo, comenta María Antonia Nerín, directora del máster. Aragón fue pionera en formar a los médicos en la especialidad de socorro en montaña, de la mano del fallecido José Ramón Morandeira en los años 90, para que, entre otros cometidos, acompañaran a los profesionales del rescate y prestaran asistencia in situ con el objetivo de disminuir la mortalidad y las secuelas de los lesionados y aliviarles el dolor. Pero, como comenta María Antonia Nerín, “para ello estos sanitarios han de poder llegar hasta el accidentado con seguridad, saber hacer Medicina de urgencia en un medio difícil, aislado y hostil, y ser capaces de colaborar con los equipos de rescate”.

A lo largo de esta semana, los alumnos han tenido como base de operaciones el CAEM, la única escuela oficial de rescate en montaña del país. El viernes se clausuró el módulo con un simulacro de avalancha en el entorno de la estación de esquí de Astún como práctica final. En estos días han trabajado en la evacuación de víctima en un corredor de nieve, en una grieta, manejando una camilla-trineo, practicando con los aparatos utilizados en la búsqueda en avalanchas y haciendo ejercicios con  médicos de montaña del 061 ya formados en la especialidad y con la tripulación de la unidad aérea. Y es que deben aprender, por ejemplo, a entrar o salir de un helicóptero de socorro alpino sin que los esquís supongan un riesgo para la seguridad del aparato, o a comunicarse con los pilotos. Incluso han visto cómo se comportan los perros que rastrean en la nieve para localizar a un sepultado.

“No se pretende que el médico sea otro rescatador, pero sí que no suponga un estorbo, que los socorristas no tengan que preocuparse por él, que conozca las técnicas en las que va a integrarse. No siempre se llega a los sitios en helicóptero, a veces hay que quedarse a pasar la noche, bajar con esquís o asegurar una camilla”, explica María Antonia Nerín. La directora del máster agradece que Jaca y su comarca, y las estaciones de Astún y Candanchú, desde 1996 acojan estos cursos de Medicina, “conscientes del plus de calidad que supone para el turismo de esquí y montaña contar con profesionales universitarios específicamente formados en medicina de montaña para la asistencia en competiciones de montaña, estaciones de esquí, centros de tecnificación y alto rendimiento, federaciones y, por supuesto, colaborar con la Guardia Civil de Montaña en sus labores de rescate”.

En España, esta formación específica, además de con el máster de la Universidad Camilo J. Cela, se imparte en la Universidad de Zaragoza, donde se ha retomado tras unos años de parón. También el hospital de la Cerdaña tiene un diploma.

El modelo aragonés de rescate medicalizado se pone como ejemplo en el país, donde muy pocas comunidades autónomas realizan intervenciones llevando al sanitario al lugar donde está el accidentado. María Antonia Nerín no se cansa de defender este tipo de atención “para disminuir la mortalidad y las secuelas”. Un estudio del médico Ignacio Soteras analizó 2.135 informe clínicos de pacientes rescatados en Aragón para concluir que un 63,7% presentaban un índice de gravedad que requería asistencia en el lugar del accidente, la mayoría por problemas de origen traumático. El informe ‘Medicalizar los rescates para disminuir la morbi-mortalidad de los accidentes de montaña’ cuantificó los beneficios del servicio. La tasa de mortalidad media (muertos por cada 100 accidentados rescatados) pasó en Aragón del 9,32% entre 1990 y 1999, antes de la medicalización del rescate, al 3,45%, entre 2000 y 2014, lo que supone un 62% menos. Mientras, la tasa en España solo  disminuyó un 12,5%, porcentaje que se explica únicamente por la repercusión del dato de Aragón sobre el conjunto nacional.

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