MATERNIDAD

En solo cuatro años se duplican los partos de madres adolescentes

Una menor de 12 años ha dado a luz _este año en el Hospital Miguel Servet. En 2008 nacieron 99 bebés de madres menores, dos de chicas de 14 años o menos.

Hace unos días, una niña de 10 años se ha convertido en madre en Jerez. Ni siquiera hubo que hacerle cesárea: el bebé, de 2,9 kilos, fue un poco más pequeño de lo habitual y permitió que la pelvis de la niña soportase el parto vaginal. Su familia, rumana de etnia gitana, asegura que ayudarán a las dos pequeñas a salir adelante y que la madre tiene un novio de 13 años. En la calle, la sociedad solo ve la fotografía de una niña en brazos de otra niña.


¿Puede una menor que se asoma a la adolescencia ser madre? Ginecólogos y psiquiatras coinciden: físicamente es posible, como se ha demostrado. De hecho, siglos atrás, si una mujer no había quedado embarazada a los 16 años, su fertilidad era cuestionada. Además, hoy en día, en la cultura hispanoamericana o en la gitana no es tan raro tener hijos antes de los 20 años.


En Aragón, también hay casos. En 2008, y según el Instituto Nacional de Estadística (INE), se registraron 2 nacimientos de chicas de 14 años o menos. Otros 6 recién nacidos llegaron al mundo cuando sus madres tenían 15 años y hubo 36 bebés acunados por mamás de 16 años, además de otros 55 alumbramientos de chicas de 17. En total, 351 partos de jóvenes de entre 14 años (o menos) y 19.


Este mismo año, el Miguel Servet ha atendido el parto de una menor de 12 años. En el Clínico Universitario Lozano Blesa no recuerdan haber tenido últimamente a parturientas de edades tan tempranas como 10 o 11 años, pero insisten en que recibir a alguna a partir de 13 no es tan raro.


La maternidad adolescente no es algo aislado ni excesivamente raro. A pesar de las campañas de información sobre el uso del preservativo y otros métodos anticonceptivos, y del hecho de que hablar de sexo ha dejado de ser un tabú en nuestra sociedad, la escalada de partos de este tipo hasta 2008 -últimos datos disponibles en el INE- ha sido imparable. La tasa de gestaciones en la pubertad en Aragón se ha multiplicado por tres en la última década, volviendo a valores de finales de los años 80 (entre 1985 y 1990 había una media anual de entre 300 y 450 alumbramientos de este tipo). Después, y en los años 90, la cifra fue cayendo paulatinamente.


Si en 1996 hubo 165 nacimientos de chicas de entre 14 y 19, en 2008 fueron 351. En 2007 habían sido 313; en 2006, 290 y, en 2005; 229. Atendiendo a la tasa, en 1995, venían al mundo, en la Comunidad, 4,04 niños por cada 1.000 mujeres de entre 15 y 19 años; pero en 2007 eran ya 11 bebés de cada 1.000 chicas de estas edades. Es decir, casi el triple.


No obstante, este es solo un fotograma de la película sobre cómo los menores de nuestra sociedad estrenan su sexualidad. El Instituto de la Juventud apunta que, de media, nuestros hijos tienen su primera relación sexual con 16 años y 10 meses. A pesar del “póntelo, pónselo”, en 2008 abortaron 357 chicas de entre 15 y 19 años (casi tantas como las que estrenaron maternidad) y la venta de la píldora postcoital se ha multiplicado por cuatro desde que se vende en farmacias. De enero a agosto de 2009, se dispensaron 3.549 píldoras. En 2010, ya han sido 15.000.

Un bebé en el cuerpo de una niña

No obstante, no es lo mismo tener 10 años, que 13, que 16. La pequeña que acaba de dar a luz en Jerez había empezado a desarrollarse y la menstruación era signo de ello, pero seguramente su estructura ósea e interna no será aún la de una mujer. Tal vez no pueda darle el pecho a su bebé si el embarazo no aceleró lo suficiente la maduración de la glándula mamaria y puede que sufra una anemia más severa que la habitual en el resto de los embarazos.


Este tipo de gestaciones precoces se consideran un problema de salud grave, tanto para la madre como para el recién nacido, y la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia apunta a que hay más riesgo de que el bebé sufra discapacidades, sobre todo si el parto es prematuro, algo probable. Muchas veces es necesario hacer cesárea, porque la menor no ha completado la maduración de su pelvis, y a veces el feto no puede atravesar el canal óseo que le llevará del útero al exterior. Además, el cuerpo de la niña se ve muy forzado en el embarazo, la cabeza del feto puede comprimir demasiado el aparato urinario y este se puede necrosar.

Las heridas psicológicas

La mayoría de estos problemas se irán resolviendo con cuidados y tiempo. No pasará lo mismo con las heridas psicológicas ni con las que ya han marcado una línea divisoria entre su vida y su desarrollo personal. Porque una niña que tiene la regla a los 9 años no es, porque sí, más madura. La adquisición de valores, determinación e independencia no es cosa de un día.


“Ser padre implica dar cosas a los hijos, como seguridad, bienestar psicológico y, secundariamente material. La persona, antes de ser padre, necesita sentir que ha desarrollado su objetivo en la vida y esto, en nuestra época, no se consigue hasta los 25 o 30 años. Tener hijos antes rompe el proyecto vital y puede producir odio o ira inconsciente hacia el hijo que no le ha permitido alcanzarlo”, explica el psiquiatra Javier García Campayo.


Un informe del CSIC sobre madres adolescentes concluyó que no usar un anticonceptivo en la primera relación sexual multiplica por seis el riesgo de embarazo. Además, reflejó que el acceso a la educación universitaria entre las madres adolescentes no llega al 5%. En cuanto a su relación con el mundo laboral, en términos generales, la investigación prueba que las madres adolescentes trabajan a cualquier edad en menor medida que el resto de sus coetáneas. La temporalidad también es una característica general.


Detrás de esto, hay un escenario: el de la sociedad actual, que prima el desarrollo personal frente al supeditado al grupo de las sociedades primitivas. En estas además, muchos no llegaban a los 40 años: Alejandro Magno había unificado Grecia a los 18 años y el emperador Julio César estaba obsesionado con triunfar incluso antes.


No obstante, García Campayo insiste en que los embarazos adolescentes no suelen darse en “gente normal”. “Estos solo se dan en grupos no aculturados, como los gitanos o algunos inmigrantes, en cuyas sociedades es normal y deseable que se produzcan estas gestaciones y los padres, además, están encantados”, precisa.


También añade que puede pasar en jóvenes informados sobre la sexualidad pero que no tienen una adecuada percepción del riesgo de embarazo y creen que por no usar preservativo a veces no pasa nada.