EN EL MERCADO

El marisco solo se vende para la paella

La crisis ha modificado la forma de comprar alimentos de muchos ciudadanos. Los productos más asequibles, como la carne de ave y cerdo o la merluza y la pescadilla, son los más vendidos.

Aumenta la venta de pescado pequeño.
El marisco solo se vende para la paella
ARáNZAZU NAVARRO

Ponme solo un cuarto de kilo que saldrá más económico", "¿esto ha subido de precio, verdad?" o "dame algo baratillo, hija mía" son algunas de las frases que los clientes imploraban esta semana a los comerciantes del Mercado Central. Las respuestas, variadas. "Estas alitas le salen muy bien de precio y están muy buenas", "a 60 céntimos el kilo de huesos para el caldo" y "tengo una oferta en las manitas de cerdo que le salen casi a dos por una", rezaban los tenderos.


Clientela no faltaba, pero el ambiente invitaba a pensar que estaba preocupada. Los ojos bien abiertos, la lista de la compra medio arrugada en la mano y el dinero del monedero contado y recontado. Paseillos hacia arriba y hacia abajo, mirando precios y comparando. "No lo cojas aquí", le decía una madre a su hija, "vamos al puesto del otro lado que está más barato y tiene mejor pinta". La hija, por supuesto, le hizo caso.


El motivo de tanto miramiento -apuntan los comerciantes- está muy claro. "Desde que la crisis económica amenaza los bolsillos de los compradores, están obligados a mirar, comparar y comprar lo más barato", apunta uno de ellos. Tanto es así que un estudio de Mercazaragoza muestra que, en los últimos dos años, los ciudadanos han modificado sus hábitos de compra y, por tanto, también de alimentación. Ahora ya no se come tanto ternasco de Aragón y, por su puesto, mucho menos marisco. La merluza, la pescadilla y el pollo se han convertido en los reyes de las neveras de casi todos los hogares.


En el caso del pescado, los vendedores coinciden. "Los clientes compran el pescado del día que esté más barato, da igual que sea merluza, pescadilla, anchoas o gallo", explica Pedro Huerta, que regenta un puesto justo a la entrada del mercado. Lo mismo opina una empleada de Pescados y Mariscos Pablo Mar: "Llegan, miran los carteles y eligen siempre lo de menor precio". En los últimos meses, la merluza y la pescadilla se imponen al resto del género. "El pescado sube y baja de precio en función de la cantidad que hay, de lo que se pesca", afirma el pescadero Roberto López. "Y ahora hay mucha merluza y pescadilla", añade.


Las ventas de pescado, en general, "han disminuido especialmente en el último año", comenta Pedro Huerta. A su puesto, "nadie acude antes de las 11.00", aunque a las 8.00 ya lo tenga todo preparado. Hacia las 12.30 "se arregla un poco la cosa", pero las primeras horas "son desmoralizadoras".


Ana López, vendedora de marisco, lo tiene más complicado que sus compañeros pescaderos. "Las ventas han bajado muchísimo en 2010", dice. Incluso en Navidad le sobró género que ha tenido que congelar para su posterior venta. "Jamás me había pasado esto", indica. Ahora, "solo se vende marisco en dosis de 100 o 150 gramos y, normalmente, es para condimentar paellas y guisos", asegura.


Pollo para comer y cenar

La venta de productos cárnicos también ha disminuido, especialmente en carnes de primera calidad, como el ternasco de Aragón. El pollo y el cerdo ganan adeptos entre el público porque su precio es "más bajo", apunta Javier Latorre, dependiente en un puesto de carnicería. "Antes vivíamos por encima de nuestras posibilidades y si nos apetecía ternera o un costillar entero lo comprábamos, pero ahora que no hay dinero se está volviendo al cerdo y al pollo, como antaño", opina.


Aunque se sigue comprando más que otros productos, su venta también ha bajado respecto a los últimos años. "En lugar de comprar un pollo entero o un conejo tierno, se llevan dos kilos de alitas o de jamoncitos", cuenta Teresa Berdiel, de la pollería Mamá Tere. "Mantenemos el precio de hace tres años y todavía se quejan y te dicen: ¡Pero qué caro está eso!", exclama.


Aun así, hay quien prefiere la calidad a la cantidad y mira muy bien la relación calidad-precio. "No es lo mismo comer ternera de primera que de segunda, es más cara pero también más rica y más sana", afirma el carnicero Luis Sanz. Además -explica su compañero de profesión Valentín Cantalapiedra- "el precio del ternasco no sube desde hace dos años y eso nos beneficia". Este trabajador asegura que, en los últimos meses, "su venta va en aumento".


En el caso de las frutas y las verduras, los tenderos señalan que tienen que bajar los precios para que los clientes puedan comprar. "Es tremendo. Miran los carteles casi con lupa pero es comprensible porque muchos están en paro y a otros tantos se les ha acabado el subsidio", lamenta Manuela Valien, que se encarga del puesto 56. También acuden "muchos padres mayores que compran alimentos para sus hijos, ya casados pero sin trabajo y con hipoteca o incluso con hijos", indica. "Hubo un día -recuerda- que me asusté de verdad porque vino más gente a pedir trabajo que a comprar".