El incendio que ha estado activo durante todo el fin de semana en Mequinenza y Fayón (Zaragoza) está bajo control y ha quemado en total más de 1.180 hectáreas, de las que 812 son superficie forestal y el resto, campos de cultivo.

El director general de Gestión Forestal del Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón, Alberto Contreras, ha visitado la zona del incendio, donde ha comparecido ante los medios de comunicación, a los que ha explicado que aunque las llamas están "bajo control" la declaración oficial de que el fuego está controlado, por parte del director de extinción, no se hará hasta esta tarde.

Este director de extinción ha sobrevolado la zona afectada y ha comprobado, según Contreras, que ya no hay "ningún peligro".

El incendio se declaró a las 13.00 horas del pasado sábado, y desde entonces ha quemado más de 1.180 hectáreas, 1.064 pertenecientes al término municipal de Fayón y 114 al de Mequinenza.

Respecto al origen de las llamas, Alberto Contreras ha señalado que un equipo del Seprona y otro de agentes de Protección de la Naturaleza del Departamento de Medio Ambiente están trabajando en ello, aunque se conoce el "punto exacto" en el que se declaró el fuego, en un campo de cultivo en el que, probablemente, se estaban quemando rastrojos.

En la extinción de este incendio han llegado a estar trabajando, a la vez, 600 personas de diferentes instituciones, pero como el fuego ha pasado ya de nivel 2 a nivel 0, el operativo se ha reducido a sesenta personas del Departamento de Medio Ambiente. Durante esta noche, 200 personas han trabajado en la zona.

El director general ha asegurado que en los núcleos urbanos próximos al incendio hay "tranquilidad absoluta" y ha recordado que no ha hecho falta evacuar a nadie y que ningún pueblo corrió peligro en ningún momento, a pesar de la "cierta alarma" que provocó el humo.

Contreras también ha hecho un llamamiento a todos los ciudadanos para que extremen las precauciones, especialmente durante los próximos días, ya que las previsiones apuntan a unas temperaturas muy elevadas y a vientos muy secos y de bochorno, que elevan el riesgo de incendios y dificultan las tareas de extinción.