COMUNIDAD DE CALATAYUD

Nueva denuncia por destrucción en la muralla del yacimiento de Segeda

Francisco Burillo y Raúl López, directores de las excavaciones arqueológicas en el yacimiento de Segeda (Belmonte de Gracián) han realizado una nueva denuncia ante la Dirección General de Patrimonio Cultural por la destrucción de parte de la muralla celtibérica del enclave. Los daños fueron constatados durante una reciente visita al yacimiento de alumnos de la Universidad Autónoma de Madrid y, según consta en la denuncia, "se han arrancado la mayor parte de las viñas situadas sobre la muralla, lo cual, unido al proceso de erosión remontante, ha dado lugar al incremento de la destrucción de la muralla, ya denunciada en escritos anteriores".


Lo cierto es que prácticamente desde que el yacimiento fue declarado Bien de Interés Cultural, los arqueólogos responsables de la investigación vienen denunciando los daños que sufren los restos de la muralla, sin que hasta ahora se haya llegado a una solución definitiva. La DGA tiene previsto intervenir pero, como paso previo, quiere que el Ayuntamiento se haga con la propiedad del terreno afectado. "La muralla bordea unos campos de cultivo y estamos pendientes de que se resuelvan las gestiones para delimitar las diferentes propiedades".


Pero la situación, a tenor de lo que aseguran los arqueólogos, empieza a ser acuciante. "La muralla de Segeda no es un resto más -subraya Burillo-. Es algo importantísimo. Segeda, en realidad, son dos yacimientos. El más antiguo fue destruido en el año 153 antes de Cristo y era enorme, el más importante de la época en el norte de la Península. Solo hay que tener en cuenta que Numancia tenía 7,6 hectáreas de superficie y Segeda 17, más del doble. Y, tras la destrucción, al contrario de lo que suele ser habitual, no se construyó encima, en el mismo terreno, sino que se creó otra ciudad al lado. Por eso, porque quedaba mucho de la muralla original, es tan importante".


La muralla es uno de los restos arqueológicos más espectaculares del yacimiento. Ante las continuas agresiones sufridas y el inminente peligro de destrucción, el Centro de Estudios Celtibéricos lleva denunciando la situación desde el año 2000. La Dirección General de Patrimonio elaboró un proyecto de consolidación, pero no se puede intervenir hasta que se resuelva el tema de la propiedad del terreno.