Los afectados por la supresión del vuelo de la compañía Ryanair que unía Zaragoza con Alicante se resisten a perder el magnífico puente que esta conexión suponía para ellos. Bien por motivos laborales o personales, "un numeroso grupo de viajeros" -señala Ana Delso, una de las afectadas-, "prácticamente completaba" el pasaje todos y cada uno de los viajes. Desde el pasado 28 de octubre, fecha en que este avión partió por última vez, cientos de usuarios deben buscar una vía alternativa.

Inmediatamente después de recibir las primeras noticias que alertaban de la supresión de este vuelo, algunos de los viajeros más activos, tanto alicantinos como zaragozanos, se pusieron en contacto para iniciar una campaña de recogida de firmas y solicitar una reunión, a través de una carta enviada el pasado 22 de septiembre, con las administraciones públicas aragonesas. Por el momento ya han conseguido reunir un total de 3.000 rúbricas y una cita el próximo lunes con Jesús Díez, director general de Transportes del Gobierno de Aragón, a quien expondrán su problemática en busca de una solución que satisfaga a todas las partes.

"Un vuelo muy necesario"

La rapidez de la conexión facilitaba la conciliación de la vida personal y laboral a muchos particulares. En ese sentido se manifiesta Ana Delso, quien sostiene que "hay mucha gente de Zaragoza que tenemos a nuestra pareja en Alicante y viceversa. No podemos perder catorce horas del fin de semana solo en ir y venir, es un vuelo muy necesario". Esta situación afecta también a viajeros de otras zonas de influencia, como Soria, La Rioja o Navarra.

Ana apunta, asimismo, que se trata de un trayecto que "siempre iba lleno", a pesar de que las administraciones "pusiesen la excusa de la baja ocupación de plazas". En cuanto a la posibilidad de conseguir recuperar el puente aéreo, Ana "no sabe qué pensar". Espera, eso sí, que la reunión "sirva para algo", aunque lamentan que "haya tantas partes implicadas" y que la decisión deba tomarse "en plena crisis".

Alternativas poco convincentes

Las rutas alternativas al enlace aéreo que unía la capital aragonesa con la alicantina en apenas una hora no convencen a los viajeros. En autobús, esta ruta "supera las siete horas" y no hay conexión ferroviaria directa.