SANIDAD

Aragón lidera una investigación para activar células capaces de destruir tumores cancerosos

Si el estudio prospera, la aplicación clínica podría comenzar en cinco años y serviría para tratar leucemias y otros cánceres de la sangre.

Alberto Anel -sentado en el centro-, con el grupo del departamento de Bioquímica.
Aragón lidera una investigación para activar células capaces de destruir tumores cancerosos
ESTHER CASAS

La lucha contra el cáncer gana un nuevo asalto y lo hace desde Aragón. La Universidad de Zaragoza coordina un proyecto europeo para conseguir que el sistema inmunitario de los enfermos se active y sea capaz de atacar y destruir los tumores hematológicos (leucemias, linfomas, mielomas...). La investigación ha recibido un millón de euros del Programa para el Desarrollo del Sudoeste de Europa y, si prospera, los ensayos clínicos con pacientes podrían llegar en dos años y su aplicación médica, en al menos cinco.

La pieza clave que hará funcionar este tratamiento son las células NK ('natural killers' o asesinas naturales). Estas son unas de las depredadoras más rápidas y eficaces de la naturaleza y patrullan por nuestro organismo sin atacar al resto de las células porque entre ellas se mandan un mensaje de inhibición. Si esa señal no llegara, las 'asesinas' matarían a las otras al instante. Y esto es precisamente lo que los científicos pretenden que hagan con las células tumorales.

¿Cómo lo conseguirán? Modificarán genéticamente las células tumorales para eliminarles una o varias proteínas. Esto hará que sean incapaces de emitir señales de inhibición, solo lanzarán de activación. Si se juntan con una célula asesina, esta la detectará, se adherirá a ella y hará que los gránulos que tiene en su interior ataquen a la tumoral como si fueran un veneno y la maten.

Este procedimiento funciona y fue demostrado hace dos años en experimentos con ratones por un grupo de investigadores del departamento de Bioquímica de la Facultad de Ciencias en colaboración con el Instituto de Genética molecular de Montpellier. A los pequeños mamíferos se les inyectaron células cancerígenas modificadas (sin la proteína ERK5) y se vio cómo se activaba su sistema inmune, en concreto, las células asesinas, unas de las más importantes para hacer frente a los tumores.

Pese al avance que suponía este hallazgo, la metodología no podía extrapolarse a los humanos. «Ningún comité ético permitiría una experimentación así en la que hay que coger una célula tumoral viva e inyectársela a una persona», explica Alberto Anel, del departamento de Bioquímica y coordinador del proyecto de investigación.

Hacia las pruebas clínicas

Comenzó entonces una búsqueda de financiación y de protocolos para lograr pasar de los ratones a las pruebas clínicas. El dinero ha llegado de Europa y los métodos, de la mano de las técnicas in vitro. Los científicos han diseñado un procedimiento por el que se unen in vitro las células asesinas y las tumorales ya modificadas. La primera recibe una señal de la segunda y ocurre como en los ratones: se adhiere a ella y la ataca con sus gránulos. Estos contienen proteínas citotóxicas que perforan la membrana de la célula cancerígena, entran en ella y la matan. Actúan como las enzimas digestivas, pero en lugar de cortar las proteínas que comemos, hacen trizas al tumor.

Si los trabajos van bien, antes de que se cumplan los dos años de plazo del proyecto se ensayará con células de pacientes ex vivo (en Francia y en Aragón). Si los resultados son positivos, se pasará al ensayo clínico (en Francia) con los pacientes que seleccione Jean François Rossi, del servicio de hematología del hospital de Nimes. «Esto llevará tiempo. Pasarán al menos cinco años hasta que se llegue a la clínica», apunta Anel.

De momento solo consta que la técnica sea útil en tumores hematológicos (el 10% del total). «Los cánceres hay que curarlos uno por uno. No habrá un remedio para todos», añade el investigador.

Este recuerda que se trabaja para conseguir, además de calidad, cantidad. Para tratar a los pacientes se necesita un número muy elevado de células y de las donaciones se extrae una cantidad muy baja. «Queremos estimular la proliferación para crear más», explica Anel. Las 'asesinas' son capaces de matar a diez cancerígenas antes de suicidarse. Inyectando 100 millones de NK en un paciente de 70 kilos se acabaría con mil millones de células leucémicas. «La cantidad en este caso es esencial», destaca.


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