"Ahora sé que hay que vivir cada día"

A Beatriz le diagnosticaron un sarcoma de Ewing en el brazo con 21 años y ha sufrido cuatro recaídas en 18 años. Hoy no tiene rastro de células cancerígenas.

Beatriz Pérez con su oncólogo Javier Martínez-Trufero, especialista en sarcomas.
Beatriz Pérez con su oncólogo Javier Martínez-Trufero, especialista en sarcomas.
Oliver Duch

Desde los 21 años, Beatriz Pérez ha devuelto con fuerza todos los reveses que le ha lanzado la vida. Y no han sido pocos. Un dolor en un brazo, al principio leve y un año después insoportable, reveló un sarcoma de Ewing que le destrozó el hueso, le obligó a sustituir la materia ósea dañada por una prótesis y a tener que someterse a sus primeros ciclos de radioterapia y quimioterapia.

Desgraciadamente, hay que hablar de primeros, porque "cuando estaban a punto de darme el alta pasados los años, volví a recaer". "Me salió un bulto en la cabeza, con un intenso dolor. Me hicieron una radiografía y tenía un tumor en el lado izquierdo del cráneo y la meninge. Al año siguiente, me salió un bulto en el otro lado de la cabeza y después, me tuvieron que quitar una costilla", relata Beatriz.

La última recaída fue en agosto de 2016. La metástasis llegó a la base del cerebro y Beatriz tuvo que someterse a una operación de más de diez horas. "Me han llegado a radiar tres veces el cerebro", reconoce esta zaragoza, que admite que una de las cosas que más le costó fue aceptar los efectos de la quimio. "Con lo presumida que soy yo... Se me cayó toda la melena", bromea ahora cuando ha recuperado su cabello.

Beatriz cuenta su historia y reconoce todo el dolor sufrido, pero solo con la idea de transmitir a personas que han pasado o están pasando un trance como el suyo de que "hay que ir a por todas". Su carácter alegre y positivo le ha ayudado. "Hay veces que ella nos daba ánimo al resto cuando estaba ingresada. Verla así es un punto a favor. No ha dejado de trabajar hasta la última operación", asegura Sergio, su pareja en estos 18 años.

Javier Martínez-Trufero, oncólogo del Miguel Servet de Zaragoza, asegura que su caso es un ejemplo de que "no se puede tirar la toalla". "En cada una de las recaídas hemos ido a por todas", asegura el facultativo. "Cada tres meses paso una revisión. Ahora sé que hay que vivir el día a día. He roto todas las estadísticas", concluye.

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