El problema del envejecimiento en Aragón va mucho más allá de la propia despoblación. Las cuentas de trabajadores y afiliación a la Seguridad Social han mejorado notablemente en los últimos años en la Comunidad tras la salida de la crisis, pero heredando una cara mucho más vetusta, con cada vez mayor número de trabajadores cercanos a la jubilación y cada vez menos que tomen su relevo laboral, y por tanto que también puedan contribuir a mantener el sistema de pensiones.

Desde el año 2013, el último en el que Aragón destruyó empleo, se han generado más de 55.000 puestos de trabajo pero su distribución por edad ha sido muy dispar. El número de trabajadores menores de 30 años apenas ha aumentado en 9.564 personas (un 14,3% más) mientras que el grupo de afiliados de más de 55 lo ha hecho el doble en números totales, con 21.476 trabajadores más, y casi también en términos porcentuales (un 25,8%).

En esta evolución de la pirámide laboral influyen dos factores. El primero de ellos es el envejecimiento general de la población en Aragón que, como muestra, hasta mitad de 2017 había firmado sus peores datos en lo que va de siglo en términos demográficos. El segundo, el retraso a la hora de entrar al mercado laboral de los jóvenes, cuya mejor muestra quizá sea que el número de empleados entre 25 y 29 años apenas ha variado en este tiempo a pesar de la mejora general de los datos de paro. En 2013 en este grupo de edad se contabilizaban en Aragón 44.977, y ahora, casi cinco años y 50.000 empleados después, solo son 709 más.

Una situación que también pasa factura a la caja de la Seguridad Social

Toda esta tendencia tiene también su traspaso en cómo está afectando el envejecimiento y la falta de empleo joven a la caja de las pensiones. Las estadísticas económicas de la Seguridad Social dan una visión de conjunto de todo ello. Si en 2013, con la crisis en su punto álgido, el desfase entre el pago de pensiones y los ingresos por cotizaciones solo en Aragón sumaba una deuda anual de 912 millones de euros, ahora, a pesar del repunte laboral, la deuda se ha incrementado en 13 millones de euros más.

La causa parece estar de nuevo en el envejecimiento, y también que las pensiones de los nuevos jubilados -con una vida laboral más larga y mejor cotizada- empiezan a ser ya en Aragón incluso un 40% superior a la de los jubilados más antiguos. Además, tampoco ayuda, según han señalado en varias ocasiones los sindicatos, que los salarios actuales y en especial los de los más jóvenes sean bajos, porque esto también contribuye a una menor cotización.

Con este escenario es normal que cada año que pase se hable más del futuro de las pensiones y hasta qué punto es posible seguir manteniendo el actual sistema de solidaridad intergeneracional. La última visión menos halagüeña la daba hace unas semanas la OCDE, advirtiendo a España de que en 2050 habrá en el país 77 jubilados por cada 100 habitantes, y animando a buscar alternativas ante la escasa sostenibilidad financiera del actual sistema.

Por el momento, parece que en 2018, que llega como los últimos años con un aumento de la edad de jubilación, será el primer año en el que el actual sistema se ponga frente al espejo ya que va a llegar a él sin apenas reservas en la llamada 'hucha' de las pensiones. El Gobierno agotó 3.586 millones de euros para abonar la extra de diciembre, quedando solo una paga más en la recámara. Mientras tanto, el Pacto de Toledo, la comisión que busca guiar el sistema de pensiones, descartó el pasado mes de noviembre abordar una de las propuestas que más habían sonado: extraer parte de la financiación vía impuestos en lugar de que sean solo las cotizaciones las que asuman todo el cargo.