Fin a dos semanas de pesadilla

Los vecinos de Albalate del Arzobispo y Andorra han pasado del pánico al alivio en pocas horas. Recuperan la calma con el poso amargo que deja la pérdida de tres vidas.

Agentes de la Guardia Civil desplegados en Andorra en la madrugada de ayer.
Agentes de la Guardia Civil desplegados en Andorra en la madrugada de ayer.
Antonio García/EFE

"Respiramos aliviados, pero con el gran pesar que produce el hecho de que se hayan perdido tres vidas". El alcalde de Albalate del Arzobispo, Antonio del Río, describió ayer con estas palabras el estado de ánimo de la población tras conocer que el presunto autor de la muerte esta semana de los dos jóvenes guardias civiles de Alcañiz y el ganadero de Andorra, así como de las gravísimas heridas que días antes sufrieron dos de sus vecinos, había sido arrestado.

"A ver si ahora podemos recuperar la normalidad", afirmó. Y es que el miedo ha campado a sus anchas por Albalate del Arzobispo desde que la tarde del pasado 5 de diciembre el pistolero ayer detenido abriera fuego contra Manuel Andreu y Manuel Marcuello –dejándolos malheridos– cuando estos le sorprendieron en el interior del masico propiedad del primero.

"La gente dejó de ir a sus casas de campo y quienes vivían más alejados del casco urbano tenían terror por las noches", explica Del Río. "Estamos en el medio rural, alejados de las principales carreteras y con poca población. En invierno, y después de lo ocurrido, había muchos vecinos que sentían verdadero miedo", subraya el regidor de Albalate del Arzobispo.

Si esta sensación de temor llegaba mitigada a la localidad de Andorra –limítrofe con Albalate– el pánico, sin embargo, se apoderó de la villa minera la tarde del pasado jueves, cuando los dos agentes y uno de sus vecinos fueron acribillados a balazos en una masía de este término municipal. Las noticias, la mayoría falsas, empezaron a correr como la pólvora por las redes sociales y el miedo a que el autor de los disparos se desplazara al casco urbano de Andorra y repitiera el tiroteo se extendió por toda la ciudad.

Durante varias horas, comercios y bares bajaron la persiana con los clientes dentro y todo el mundo se dedicó a alertar por teléfono del peligro a los suyos. Hubo andorranos que se encontraban en Zaragoza o en localidades cercanas y no regresaron a dormir a casa como medida de precaución, tras haber sido alertados por los suyos de la situación que se estaba viviendo. Igualmente, los vecinos cerraron las puertas de sus viviendas y permanecieron dentro deseando que la pesadilla acabase cuanto antes.

Las calles, vacías

"Cerré la puerta del bar rápidamente porque me lo pedían los clientes. Hablaban de que se estaba oyendo un tiroteo a la entrada de Andorra. Aunque en realidad no hubo nada de eso, el delincuente sí debió pasar por la localidad en su huida", relata Andrés Alquézar, dueño de una cafetería. "Las calles se quedaron vacías de vecinos, solo había agentes de la Guardia Civil. Hubo una gran preocupación", añade.

Según Alquézar, el miedo no remitió realmente hasta las tres de la madrugada, cuando se supo que el autor del tiroteo había sido detenido entre Cantavieja y Mirambel.

Una situación similar se vivió en la bolera de Andorra, donde la docena de clientes que había dentro rogó a Tania Quílez, empleada del establecimiento, que bajara la persiana. "La gente estaba muy asustada. Las calles estaban llenas de policías y nadie sabía muy bien lo que ocurría", dijo. "Todos los bares y las tiendas cerraron la puerta", añadió.

Los vecinos recuperan la calma, si bien con el poso amargo de la pérdida de los dos agentes de Alcañiz y el agricultor y ganadero José Luis Iranzo.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión