Calles vacías y dolor en Andorra y Albalate

Albalatinos y andorranos compartían anoche la conmoción en dos pueblos custodiados por fuertes controles en las entradas y con la orden de no transitar las calles.

Numerosos vecinos en casa de José Luis Iranzo este jueves por la noche
Numerosos vecinos en casa de José Luis Iranzo este jueves por la noche
Jorge Escudero

Calles vacías y un silencio sepulcral envolvían anoche Andorra, una localidad que vivía uno de los peores días de su historia. Probablemente el peor. Sólo en el entorno de la vivienda de José Luis Iranzo, el único civil fallecido, había gente. Todos ellos, familiares y amigos totalmente rotos, a quienes unas horas después del tiroteo costaba entender lo sucedido. Destruidos por un suceso sin precedentes en el territorio y completamente abatidos por la desinformación que ha reinado en la zona desde que hace diez días el mismo delincuente disparase a dos hombres en un mas a unos kilómetros, en un mas de Albalate del Arzobispo. "Ha sido el día más triste para la historia de Andorra. Es lamentable, e histórico", dijo anoche la alcaldesa, Sofía Ciércoles, después de visitar a la familia de Iranzo.

Eran alrededor de las siete y media de la tarde cuando los tres fallecidos fueron trasladados al centro de Salud de la Villa Minera. El edificio fue el lugar de peregrinaje al que fueron acudiendo algunos familiares de las víctimas además de efectivos de la Guardia Civil. No obstante, el despliegue principal se vivió en el cuartel donde fueron acudiendo equipos de todo el país. Armados hasta las cejas y a las órdenes de un General fueron ampliando el dispositivo.

Con las calles vacías la actividad vecinal pronto se trasladó a las redes sociales que hicieron cundir el pánico a todo el Bajo Aragón Histórico. Falsas informaciones sobre tiroteos en el barrio de la sindical alertaron a todos los vecinos. Enseguida aparecieron las historias con rehenes en la plaza del Regallo y en un bar cercano, donde simplemente, se bajó la persiana por precaución. Todo falso. "Tenemos que mantener la calma porque oficialmente no tenemos ningún dato. Quiero transmitir a la ciudadanía serenidad y calma ante una situación tan complicada como esta", repetían los representantes municipales.

El suceso se produjo a medio camino entre Andorra y Albalate, en un lugar tan emblemático para ambos pueblos como el Mas del Saso y el Ventorrillo. Lugares de hacer un alto en los tiempos en los que los viajes eran largos en las caballerías. Ahora, el camino se recorre en diez minutos. José M.ª Gasco es uno de tantos albalatinos que lo recorre. De hecho, anoche, a la hora de la tragedia, completaba la distancia. "Salía de Andorra y justo, al incorporarme a la vía principal, ya me he encontrado un coche de atestados de la Guardia Civil a toda velocidad y enseguida otros dos más, uno de ellos camuflado, que subían hacia Andorra", contaba ya en su pueblo.

El silencio y la quietud enseguida tomaron las calles albalatinas. Calles desiertas y ventanas con las persianas a medio echar con las luces en los interiores de casas y establecimientos. A las diez de la noche, los pocos que transitaban lo hacían para ir a casa. Entre ellos, el alcalde, Antonio del Río, con el móvil en la mano. "La Guardia Civil nos ha dicho que todo el mundo se metiese en casa y que los establecimientos cerrasen. Que nadie estuviese en la calle", dijo visiblemente afectado. "No sabemos más, solo que está huido y que no salgamos", añadió. "Mal, muy mal... Una desgracia lo que está pasando", reflexionó mirando al suelo. En Casa Agustín, frente al cuartel albalatino, algunos terminaban de cenar. Entre ellos, Sergio Calatayud, que compartía mesa con dos compañeros. Los tres son camioneros y habían parado a cenar en el restaurante. Venían de Zaragoza y se dirigían al cargar a Gargallo antes de regresar a Castellón, de donde proceden. "Estando cenando nos han dicho que nos quedásemos aquí, han cerrado la puerta y así hemos hecho", dijeron. "Miedo no tenemos", explicaba mientras apuraba un café mirando el móvil en busca de alguna noticia nueva. Tere Montañés iba y volvía a la cocina. "Hemos hecho lo que nos han dicho y hemos cerrado la puerta. Aquí estamos seguros mientras tratamos de seguir la noche con normalidad", decía. "Se han dicho muchas cosas estos días, si se alimentaba por los mases de lo que cogía,... no lo sé. Yo, personalmente, miedo no tengo, hemos hecho lo que nos han dicho", añadió, mientras se preocupaba de que a ninguno de los que estaban con ella les faltase nada.

Finalmente, pasadas las cuatro de la madrugada del viernes la Guardia Civil pudo detener al autor de los disparos, que había huido y fue interceptado entre Castellón y Teruel.

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