Pina de Ebro: un naturalista de gran altura

La pasión investigadora del naturalista Javier Blasco y la hiperactividad cultural de la asociación El Marrán son dos buenas muestras del pulso vital que exhibe Pina de Ebro en diversos campos.

Javier Blasco pasea por la chopera de Pina que lleva su nombre.
Javier Blasco pasea por la chopera de Pina que lleva su nombre.
Laura Uranga

Durante buena parte de sus sesenta años de vida, Javier Blasco ha sido el habitante más alto de Pina de Ebro. "Todavía lo soy -protesta- aunque... bueno, igual alguno de los chavales me gana". Profesor de primaria y secundaria durante treinta y seis años, treinta de ellos en Pina, se jubiló el pasado mes de febrero en olor de sus multitudes, las de casa, para las que es ejemplo vital y profesional. Además de enseñar a los peques por vocación, Javier es un enamorado de la naturaleza, con especial incidencia en insectos, aves y plantas. Lo suyo es más pasión que afición, por el volumen de horas que dedica a las actividades de observación e investigación, que han aumentado (tampoco exponencialmente: lo justo) desde su retiro de las aulas. "No lo mido, porque son horas del día y de la noche. Lo que haga falta".

En la página web de Javier (www.javierblasco.arrakis.es) se repasa concienzudamente el sustrato de su trabajo, que incluye el anillado de aves. "Mi gran entretenimiento de crío era jugar en las orillas del río y siempre me llamaron la atención las plantas y los bichos. Cuando tuve los elementos de juicio para estudiarlos, empecé más en serio y nunca he dejado de aprender, leer, cotejar datos... cuanto más iba sabiendo, más me gustaba el entorno de Pina, incluidos los Monegros".

Pina de Ebro: un naturalista de gran altura

Javier reivindica la riqueza de los parajes esteparios más famosos de Aragón. "Se pensaba que el monegrino era terreno degradado, sin valor para los biólogos. Así que me dediqué a desmentir eso en la medida de mis posibilidades. Empecé a colectar material y poco a poco fui conectando con investigadores de todo el mundo; al final surgió una red de casi doscientas personas establecidas en facultades y museos. Enviaba muestras y reflexiones, y las estudiaban una a una; aparecieron maravillas. Le tengo mucho cariño a la Trixoscelis Sabinaevae, una mosquica muy pequeña –ríe– que se llama así por mis dos hijas, Sabina y Eva. He descubierto varias especies que tienen en el nombre el genitivo de mi apellido, blascoi".

Lagrimicas de las buenas

Javier tiene un parque en Pina con su nombre, una hermosa chopera contigua al Ebro. "El homenaje por mi jubilación resultó muy emotivo; lo del parque fue una decisión unánime del Ayuntamiento. Eso sí, hubo otra cosa aún mejor: la Asociación de Padres y Madres del colegio animó a los niños a que me escribieran cartas de despedida. Buenas lloreras de emoción me eché". Además de su afán lector, pedagogo y observador, Javier escribe; ha escrito varios libros sobre naturaleza y, por si fuera poco, ganó en 2012 el concurso comarcal de relatos Jardiel Poncela.

En 1999, Javier fue uno de los impulsores de un nuevo reto; El Marrán, la asociación cultural más activa de Pina hoy en día. En el claustro franciscano de estilo gótico mudéjar que diseñó y levantó Lope de Chacho a finales del XVI se reúnen Fernando Sanmartin, Marisa Fanlo, Emilio Pardo y José Manuel González, miembros activos de El Marrán. "El nombre de El Marrán –revela José Manuel, su presidente– alude a la zona más antigua de Pina, el antiguo barrio mozárabe. Hay allí varios edificios singulares que aún presentan un buen estado, y cuando empezamos queríamos, entre otras cosas, dar valor a ese patrimonio. Somos casi 150 miembros, y creciendo; colaboramos mucho con la concejalía del Ayuntamiento, pero también tenemos calendario propio. Nos volcamos mucho en la parcela literaria, pero también organizamos frecuentemente exposiciones de fotografía y pintura".

El Marrán organiza dos talleres literarios; uno lo lleva Juan Bolea y el otro es cosa del propio Juan Manuel. Además del aprendizaje que se brinda a sus alumnos, de perfil muy heterogéneo en términos de edad y profesión, los talleres generan obras. "Sacamos ahora –comenta José Manuel– una novela a varias voces y diez manos, que edita con cariño Marina Heredia en Los Libros del Gato Negro. Del taller han salido cinco novelas individuales y cuatro libros colaborativos.

Emilio, Marisa y Fernando recuerdan otros afanes de la asociación, como el rescate de una serie de cantos devocionales y letras surgidas de la tradición oral que no estaban registradas en ninguna parte. El grupo vocal Dorondón agarró esas músicas y su director, Cristian Ortiz Remacha, las armonizó, amén de coordinar una grabación que ha permitido conservarlas para la posteridad. Muchas alimentaban el dance de San Blas de Pina, que ­será objeto de una muestra en la próxima edición del festival Aragón Negro; el pueblo es una de las sedes, e inspiró su aparición.

Alberto y Carlos Gamón, hermanos y grandes artistas

Alberto y Carlos Gamón son artistas y miembros de la peña El Palitroque de Pina de Ebro; el orden de estos dos factores no altera el producto. Alberto se dedica a la ilustración desde 1995, y su trabajo editorial ha cautivado por igual a niños y adultos. En estas dos décadas largas de actividad acumula un currículum notable, con obras como ‘Operación J’ (2003), ‘Un mar de mundos’ (2006), ‘Cinco músicos en el quinto pino’, ‘Un perro’, ‘Seis leones’ o ‘Nada de nada’, además de realizar ilustraciones ed portada para libros de las editoriales Contraseña o Nórdica, entre otras. La pasada primavera expuso en la librería Portadores de Sueños de Zaragoza sus originales para la reedición del clásico de la literatura rusa ‘Las almas muertas’. Su hermano Carlos también supera los dos décadas en el arte; figura en el olimpo de los baterías nacionales de pop y ha tocado con Niños del Brasil, Pedro Andreu, Amaral (siete años), Carmen París, Najwajean o Dani Martín.

IMPRESCINDIBLES

Carlos Marcón

El pintor de Pina, fallecido a los 51 años en 2013, fue un brillante investigador de nuevas técnicas en el uso del color y las texturas. Expuso en toda España, varios países europeos y Nueva York, sin olvidar nunca a su pueblo natal.

Ermita de San Gregorio

Se sitúa en lo alto de un promontorio, a unos tres kilómetros dirección a Los Monegros. El 9 de mayo es el día de San Gregorio, segundo patrono del pueblo; y el fin ed semana más próximo se acude en en romería a la ermita.

El cauce del Ebro

Nieves Borraz, que ha consagrado muchos desvelos a la historia del pueblo, señala que la riada de 1257 lo arrasó y hubo que reconstruirlo en su actual emplazamiento; en 1767 se varió por prevención el curso del Ebro a la altura de Pina.

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