Burbáguena: esculpiendo el futuro con las ideas frescas

El escultor de Burbáguena volvió a su casa hace algo más de una década para reorientar su carrera desde territorio amigo. Ahora aplaude la llegada del Secadero de Ideas al pueblo.

José Azul, en su taller de Burbáguena.
José Azul, en su taller de Burbáguena.
Laura Uranga

El turolense José Azul es artista. Escultor, sobre todo, capaz de transformar todo tipo de materiales en fantasías animadas de ayer y de hoy. Creció en Burbáguena y ha vivido en muchos sitios, incluyendo las capitales de las otras dos provincias que integran esta comunidad autónoma. Hace años que surte de estatuillas a los Premios de la Música Aragonesa, y a la Jamón Bike de Calamocha; ha expuesto en el Entalto de La Magdalena las últimas semanas y va a los pueblos (cuando le piden una demostración palpable de su arte, o una sesión formativa) con un taller portátil que hace las delicias de grandes y chicos. Llega, retuerce, pule y desbasta; completa una obra en directo que se queda en destino. Es la huella romántica de una elección vital que tiene a su protagonista la mar de feliz.

"Me he movido, sí –cuenta José– y sigo haciéndolo, aunque con base en Burbáguena. Colaboré en ‘El reino de los cielos’ por Loarre, con Ridley Scott, y también pasé un tiempo en Poleñino. Allí trabajábamos tres artistas; yo con mis hierros, otro centrado en la piedra y uno más especializado en marionetas. Estaba a gusto, pero llegaron desgracias encadenadas en la familia: se me murió un hermano, y mi padre poco después. Mi madre estaba muy sola en el pueblo, así que me decidí a regresar".

Burbáguena: esculpiendo el futuro con las ideas frescas

Tras pasar el trago, José está satisfecho de pilotar su vida desde este rincón bañado por el Jiloca. "Aquí tengo mi taller, obra repartida por todo el pueblo y localidades cercanas, y hago actividades didácticas para los chavales, desde las distintas técnicas de escultura hasta explicar para qué sirve un yunque, o una fragua... en cuanto a las muestras, empecé de cero aquí, pero con la colección ‘Criaturas que pululan’ me ha ido bien, y sigo buscando cosas nuevas para no anquilosarme".

Bilbao, Sádaba, Calamocha...

La furgoneta de Azul irá próximamente hasta Bilbao; va a decorar el escaparate de la tienda de juguetes Abracadabra con una curiosa colección de naves espaciales hechas con materiales reciclados, desde bidones a alambres. De este aprovechamiento creativo de recursos surgió la gigantesca cola de ballena que preside la entrada de El Molino de Burbáguena, restaurante de muchos quilates que sirve como punto de reunión para la gente del recién creado Secadero de Ideas.

La lista de las esculturas metálicas de Azul esparcidas por Aragón es larga: una araña gigante en Utebo, un tractor-hormiga en Sádaba, un proyecto sobre el dichero de San Roque (el que suelta los dichos en la procesión) en Calamocha, libélulas en Luco de Jiloca... en la Facultad de Veterinaria de Zaragoza también tiene un pez de cinco metros de largo. "En el pueblo –puntualiza– hay animalicos míos de hierro en un montón de paredes. En el futuro querría crear aquí un pequeño parque de esculturas, una Ruta Azul que concluyera en un local apto para actividades culturales, con una tienda… hay que moverlo".

José tiene historia curiosa a orillas del Ebro; llevó durante años el bar Azul, en la esquina de Pizarro con Hernán Cortés. Allí tuvo atendiendo la barra a una camarera muy especial, Eva Amaral;las exigencias de su naciente carrera hicieron imposible que compaginara tareas. "Me alegro mucho –aclara José– de todo lo que ha conseguido en la música, porque vale mucho y se lo merece".

Logística e imaginación

Bernardí Albarracín lleva El Molino de Burbáguena (titularidad pública, gestión privada) junto a su pareja, Puri Lorente, y la hermana de ésta, Ana. Ellas dos son de Monreal del Campo, y Bernardí se considera repoblador. Tres años después de asumir la gestión del bar y restaurante, al que han dotado de una excelente oferta culinaria, decidieron poner manos a la obra para marcarse una meta distinta y más ambiciosa a la realidad de Burbáguena. Todo con una óptica ‘cosmopueblita’, como dicen ellos. "El Secadero de Ideas –­explica Bernardí– nació como asociación este verano. He pasado un tiempo de baja por un problema en el pie que me impedía andar, y del que aún me recupero. Con más tiempo para pensar del habitual, me obsesioné en hacer algo para retener población en el municipio y fomentar la llegada de gente con ganas de trabajar y dispuesta a aportar, facilitándoles las cosas en el aspecto logístico: buscar local de trabajo o vivienda, identificar servicios y necesidades de primer orden... lo de Secadero de Ideas viene por la tradición del jamón en la zona; para nosotros, las ideas son como jamones que se cuelgan a la vista de todos, y vamos pinchando para saber cuándo resulta oportuno su consumo".

La unión hace la fuerza

La asociación se ha movido bastante en las redes sociales y ha creado sinergias con otras entidades de la zona. "Más que locales, somos comarcales, incluso más allá;tenemos la base en Burbáguena, pero además de gente del Jiloca hay otros del Campo de Daroca y la zona minera. Queremos aprovechar el tiempo: si alguien tiene una buena propuesta y la vemos factible, la adaptamos a este entorno, y viceversa. Los pueblos se están quedando vacíos, no podemos dormirnos. Las ideas están ahí, secándose al aire, para que cada cual pueda servirse de ellas", apunta Bernardí.

Los campos de acción de El Secadero de Ideas son la vivienda, el trabajo, el ocio y los servicios. "Como antiguos temporeros, sabemos lo que es llegar a un sitio nuevo –señala Bernardí– aunque en nuestro caso el alojamiento estaba garantizado aquí. Hay mucha vivienda libre, pero muy poca está en el mercado y no andan en buenas condiciones. El trabajo viene de la mano; se pueden hacer muchas cosas desde aquí si se cuenta, por ejemplo, con un internet fiable y rápido. Ahora, la alta velocidad en la red llega a la carretera, pero no entra en las casas. Una asignatura pendiente".

Del ocio se van encargando con determinación y entusiasmo. Un pequeño festival, en las lindes de la vecina localidad de Luco, supuso el pasado verano un antes y un después en la actividad sostenida que ejerce la asociación a la hora de ofrecer alternativas para el disfrute, dentro y fuera de Burbáguena: iniciativas senderistas, teatro, fiestas temáticas... y un detalle que nunca falta: entusiasmo, el motor de los grandes avances sociales.

Enrique Villagrasa, poeta y lector, voz y mirada

Aunque reside desde hace tiempo en Tarragona, el poeta Enrique Villagrasa González nació en Burbáguena en 1957. Su obra ha sido traducida a varios idiomas. Al árabe por Khalid Amraniy; al francés, por Belén Juárez y Geneviève Baudry; al italiano por Emilio Coco; al húngaro, por Szijj Mária; al inglés por Rosa Lafuente; al ruso por Tatiana Mamaeva; al chino por Huaping Han; al rumano por Elena Liliana Popescu; al croata por Željka Lovren y al portugués por João Rasteiro y Carlos Castilho. Colabora como crítico en periódicos y revistas literarias. En 2014 sacó a la luz ‘Lectura del mundo’ (La isla de Síltola), gestada en Zaragoza tras participar en el homenaje que se brindó al poeta y escritor Jaime Siles. Otras obras perfectas para adentrarse en su trayectoria creativa son ‘Paisajes’, ‘Línea de luz’ y ‘Límite infinito’, dechado de prosa poética que le valió el III Premio de Poesía León Felipe.

LOS IMPRESCINDIBLES

Palacio de Latorre

El palacio de Latorre o Casa de los Marqueses de Montemuzo tiene una amplísima fachada, remodelada hace algo más de un siglo. Lo único original conservado en el edificio, además de las rejerías, es el alero de madera.

Bartolomé Palau

Escritor del XVI, nacido en Burbáguena. Estudió en Salamanca, que le inspiró su ‘Farsa llamada Salamantina’ -sic-. También fueron célebres su ‘Farsa llamada custodia del hombre’ y la ‘Historia de la gloriosa Santa Orosia’.

Orquesta Pato Donald

Formada en Burbáguena por José López ‘El Albardero’, intérprete de trompeta, y el cantador de jotas Vicente Rubio Camín, llamado ‘El Pastor de Burbáguena’. Estuvo activa entre 1950 y 1970, aproximadamente.

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